Página 290 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
29:8
. Mencionó en relación con esto el propósito que tenía el Señor
de restaurar a Israel al fin de los setenta años de cautiverio predichos
por sus mensajeros.
¡Con qué tierna compasión informó Dios a su pueblo cautivo
acerca de sus planes para Israel! Sabía que si éste se dejaba persuadir
por los falsos profetas a esperar una pronta liberación, su posición
en Babilonia resultaría muy difícil. Cualquier demostración o in-
surrección de su parte despertaría la vigilancia y la severidad de
las autoridades caldeas, y acarrearía una mayor restricción de sus
libertades. De ello resultarían sufrimientos y desastres. El deseaba
que se sometiesen a su suerte e hiciesen tan placentera como fuese
posible su servidumbre; de manera que el consejo que les daba era:
“Edificad casas, y morad; y plantad huertos, y comed del fruto de
ellos. ... Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice traspasar,
y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.”
Vers. 5-7
.
Entre los falsos maestros que había en Babilonia se contaban dos
hombres que aseveraban ser santos, pero cuyas vidas eran corrompi-
das. Jeremías había condenado la mala conducta de esos hombres, y
les había advertido su peligro. Airados por la reprensión, procuraron
oponerse a la obra del profeta verdadero incitando al pueblo a no
creer sus palabras y a obrar contrariamente al consejo de Dios en lo
que respectaba a someterse al rey de Babilonia. El Señor atestiguó
por medio de Jeremías que esos falsos profetas serían entregados
en manos de Nabucodonosor delante de quien serían muertos. Poco
después, esta predicción se cumplió literalmente.
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Hasta el fin del tiempo, se levantarán hombres que querrán crear
confusión y rebelión entre los que aseveran ser representantes del
Dios verdadero. Los que profetizan mentiras alentarán a los hombres
a considerar el pecado como cosa liviana. Cuando queden mani-
fiestos los terribles resultados de sus malas acciones, procurarán,
si pueden, responsabilizar de sus dificultades al que los amonestó
fielmente, así como los judíos culparon de su mala suerte a Jeremías.
Pero tan seguramente como en la antigüedad quedaron justificadas
las palabras de Jehová por medio de su profeta, se demostrará hoy
la certidumbre de sus mensajes.
Desde el principio, Jeremías había seguido una conducta con-
secuente al aconsejar que los judíos se sometieran a los babilonios.