Página 308 - Profetas y Reyes (1957)

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Profetas y Reyes
sea difícil para ti: que haces misericordia en millares, y vuelves la
maldad de los padres en el seno de sus hijos después de ellos: Dios
grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre: grande en
consejo, y magnífico en hechos: porque tus ojos están abiertos sobre
todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno
según sus caminos, y según el fruto de sus obras: que pusiste señales
y portentos en tierra de Egipto hasta este día, y en Israel, y entre los
hombres; y te has hecho nombre cual es este día; y sacaste tu pueblo
Israel de tierra de Egipto con señales y portentos, y con mano fuerte
y brazo extendido, con terror grande; y dísteles esta tierra, de la cual
juraste a sus padres que se la darías, tierra que mana leche y miel: y
entraron, y poseyéronla: mas no oyeron tu voz, ni anduvieron en tu
ley; nada hicieron de lo que les mandaste hacer; por tanto has hecho
venir sobre ellos todo este mal.”
Vers. 17-23
.
Los ejércitos de Nabucodonosor estaban a punto de tomar por
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asalto los muros de Sión. Miles estaban pereciendo en la última
defensa desesperada de la ciudad. Muchos otros millares estaban
muriendo de hambre y enfermedad. La suerte de Jerusalén estaba
ya sellada. Las torres de asedio de las fuerzas enemigas dominaban
ya las murallas. El profeta continuó diciendo en su oración a Dios:
“He aquí que con arietes han acometido la ciudad para tomarla; y la
ciudad va a ser entregada en mano de los Caldeos que pelean contra
ella, a causa de la espada, y del hambre y de la pestilencia: ha pues
venido a ser lo que tú dijiste, y he aquí tú lo estás viendo. ¡Oh Señor
Jehová! ¿y me has tú dicho: Cómprate la heredad por dinero, y pon
testigos; bien que la ciudad sea entregada en manos de los Caldeos?”
Vers. 24, 25
.
La oración del profeta recibió una misericordiosa respuesta. En
aquella hora de angustia, cuando la fe del mensajero de verdad era
probada como por fuego, “fué palabra de Jehová a Jeremías, dicien-
do: He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿encubriráseme a
mí alguna cosa?”
Vers. 26, 27
. La ciudad iba a caer pronto en manos
de los caldeos; sus pórticos y sus palacios iban a ser quemados; y
no obstante que la destrucción era inminente y los habitantes de
Jerusalén iban a ser llevados cautivos, el eterno propósito de Jehová
para con Israel iba a cumplirse todavía. En respuesta a la oración de
su siervo, el Señor declaró acerca de aquellos sobre quienes caían
sus castigos: