Página 320 - Profetas y Reyes (1957)

Basic HTML Version

316
Profetas y Reyes
las facultades superiores del ser. Las pasiones deben ser controladas
por la voluntad, que debe estar a su vez bajo el control de Dios. La
facultad regia de la razón, santificada por la gracia divina, debe regir
la vida. El poder intelectual, el vigor físico y la longevidad dependen
de leyes inmutables. Mediante la obediencia a esas leyes, el hombre
puede ser vencedor de sí mismo, vencedor de sus propias inclinacio-
nes, vencedor de principados y potestades, de los “gobernadores de
estas tinieblas” y de las “malicias espirituales en los aires.”
Efesios
6:12
.
En el antiguo ritual que era el Evangelio en símbolos, ninguna
ofrenda imperfecta podía ser llevada al altar de Dios. El sacrificio
que había de representar a Cristo debía ser sin mancha. La palabra
de Dios señala esto como ilustración de lo que deben ser sus hijos:
un “sacrificio vivo,” santo y “sin mancha.”
Romanos 12:1
;
Efesios
5:27
.
Los notables hebreos fueron hombres de pasiones como las nues-
tras; y no obstante las influencias seductoras de la corte babilónica,
permanecieron firmes, porque confiaban en una fuerza infinita. En
ellos una nación pagana contempló una ilustración de la bondad y
beneficencia de Dios, así como del amor de Cristo. En lo que expe-
rimentaron tenemos un ejemplo del triunfo de los buenos principios
sobre la tentación, de la pureza sobre la depravación, de la devoción
y la lealtad sobre el ateísmo y la idolatría.
[360]
Los jóvenes de hoy pueden tener el espíritu que dominó a Da-
niel; pueden sacar fuerza de la misma fuente, poseer el mismo poder
de dominio propio y revelar la misma gracia en su vida, aun en
circunstancias tan desfavorables como las que predominaban en-
tonces. Aunque rodeados por tentaciones a satisfacer sus apetitos,
especialmente en nuestras grandes ciudades, donde resulta fácil y
atrayente toda complacencia sensual, pueden permanecer por la gra-
cia de Dios firmes en su propósito de honrar a Dios. Mediante una
determinación enérgica y una vigilancia constante, pueden resistir
toda tentación que asalte el alma. Pero sólo podrá alcanzar la victoria
el que resuelva hacer el bien por el bien mismo.
¡Qué carrera fué la de esos nobles hebreos! Poco se imagina-
ban cuando se despedían del hogar de su infancia cuál sería su
alto destino. Se entregaron a la dirección divina con tal fidelidad y
constancia que Dios pudo cumplir su propósito por su intermedio.