Página 323 - Profetas y Reyes (1957)

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El sueño de Nabucodonosor
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lante de mí, entre tanto que se muda el tiempo: por tanto, decidme el
sueño, para que yo entienda que me podéis mostrar su declaración.”
Amedrentados por las consecuencias de su fracaso, los magos
procuraron demostrar al rey que su petición no era razonable y que
la prueba exigida superaba a cualquiera que se hubiese requerido de
hombre alguno. Dijeron: “No hay hombre sobre la tierra que pueda
declarar el negocio del rey: demás de esto, ningún rey, príncipe,
ni señor, preguntó cosa semejante a ningún mago, ni astrólogo, ni
Caldeo. Finalmente, el negocio que el rey demanda, es singular, ni
hay quien lo pueda declarar delante del rey, salvo los dioses cuya
morada no es con la carne.”
Entonces “el rey con ira y con grande enojo, mandó que matasen
a todos los sabios de Babilonia.”
Entre aquellos a quienes buscaban los oficiales que se aprestaban
a cumplir lo ordenado por el decreto real, se contaban Daniel y sus
amigos. Cuando se les dijo que de acuerdo con el decreto debían
morir, “avisada y prudentemente” Daniel preguntó a Arioc, capitán
de la guardia del rey: “¿Qué es la causa que este mandamiento se
publica de parte del rey tan apresuradamente?” Arioc le explicó la
perplejidad del rey acerca de su sueño notable, y cómo le había sido
imposible obtener ayuda de aquellos en quienes había puesto hasta
entonces la más plena confianza. Al oír esto, Daniel, arriesgando
la vida, se atrevió a presentarse ante el rey y solicitó que se le
concediera tiempo para rogar a su Dios que le revelase el sueño y su
interpretación.
El rey accedió a esta petición. “Fuése luego Daniel a su casa,
y declaró el negocio a Ananías, Misael, y Azarías, sus compañe-
ros.” Juntos pidieron sabiduría a la Fuente de luz y conocimiento.
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Conscientes de que Dios los había puesto donde estaban, y de que
estaban haciendo su obra y cumpliendo las exigencias de su deber,
manifestaron una fe poderosa. En momentos de perplejidad y pe-
ligro, siempre se habían dirigido al Señor para obtener dirección y
protección; y él había sido su auxilio en toda ocasión. Ahora con
corazón contrito, se sometieron de nuevo al Juez de la tierra, rogán-
dole que los librase en este su tiempo de necesidad especial. Y no
rogaron en vano. El Dios a quien habían honrado los honró a ellos.
El Espíritu del Señor descansó sobre ellos, y a Daniel, “en visión de
noche,” fueron revelados el sueño del rey y su significado.