Página 327 - Profetas y Reyes (1957)

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El sueño de Nabucodonosor
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Dios indicó claramente que todo aquel que quiere, puede entrar
“en vínculo de concierto.”
Ezequiel 20:37
. Al crear la tierra, quería
que fuese habitada por seres cuya existencia resultara de beneficio
propio y mutuo, al mismo tiempo que honrara a su Creador. Todos
los que quieran pueden identificarse con este propósito. Acerca de
ellos se dice: “Este pueblo crié para mí; mis alabanzas publicará.”
Isaías 43:21
.
En su ley Dios dió a conocer los principios en que se basa toda
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verdadera prosperidad, tanto de las naciones como de los individuos.
A los israelitas Moisés declaró acerca de esta ley: “Esta es vuestra
sabiduría y vuestra inteligencia.” “Porque no os es cosa vana, mas
es vuestra vida.”
Deuteronomio 4:6; 32:47
. Las bendiciones así
aseguradas a Israel se prometen, bajo las mismas condiciones y en el
mismo grado, a toda nación y a todo individuo debajo de los anchos
cielos.
Centenares de años antes que ciertas naciones subiesen al escena-
rio, el Omnisciente miró a través de los siglos y predijo el nacimiento
y la caída de los reinos universales. Dios declaró a Nabucodonosor
que el reino de Babilonia caería, y que se levantaría un segundo
reino, el cual tendría también su período de prueba. Al no ensalzar al
Dios verdadero, su gloria iba a marchitarse y un tercer reino ocuparía
su lugar. Este también pasaría; y un cuarto reino, fuerte como el
hierro, iba a subyugar las naciones del mundo.
Si los gobernantes de Babilonia, el más rico de todos los reinos
terrenales, hubiesen cultivado siempre el temor de Jehová, se les
habría dado una sabiduría y un poder que los habrían unido a él y
mantenido fuertes. Pero sólo hicieron de Dios su refugio cuando
estaban perplejos y acosados. En tales ocasiones, al no hallar ayuda
en sus grandes hombres, la buscaban en hombres como Daniel,
hombres acerca de quienes sabían que honraban al Dios viviente
y eran honrados por él. A los tales pedían que les revelasen los
misterios de la Providencia; porque aunque los gobernantes de la
orgullosa Babilonia eran hombres del más alto intelecto, se habían
separado tanto de Dios por la transgresión que no podían comprender
las revelaciones ni las advertencias que se les daba acerca del futuro.
En la historia de las naciones el que estudia la Palabra de Dios
puede contemplar el cumplimiento literal de la profecía divina. Ba-
bilonia, al fin quebrantada, desapareció porque, en tiempos de pros-