Página 335 - Profetas y Reyes (1957)

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El horno de fuego
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todo mal proceder, serán entregados para sufrir humillación y ultra-
jes a manos de aquellos que, inspirados por Satanás, están llenos de
envidia y fanatismo religioso. La ira del hombre se despertará en
forma especial contra aquellos que santifican el sábado del cuarto
mandamiento; y al fin un decreto universal los denunciará como
merecedores de muerte.
El tiempo de angustia que espera al pueblo de Dios requerirá
una fe inquebrantable. Sus hijos deberán dejar manifiesto que él es
el único objeto de su adoración, y que por ninguna consideración, ni
siquiera de la vida misma, pueden ser inducidos a hacer la menor
concesión a un culto falso. Para el corazón leal, los mandamientos
de hombres pecaminosos y finitos son insignificantes frente a la
Palabra del Dios eterno. Obedecerán a la verdad aunque el resultado
haya de ser encarcelamiento, destierro o muerte.
Como en los días de Sadrach, Mesach y Abed-nego, en el perío-
do final de la historia de esta tierra, el Señor obrará poderosamente
en favor de aquellos que se mantengan firmemente por lo recto. El
que anduvo con los notables hebreos en el horno de fuego acompa-
ñará a sus seguidores dondequiera que estén. Su presencia constante
los consolará y sostendrá. En medio del tiempo de angustia cual
nunca hubo desde que fué nación, sus escogidos permanecerán in-
conmovibles. Satanás, con toda la hueste del mal, no puede destruir
al más débil de los santos de Dios. Los protegerán ángeles excelsos
en fortaleza, y Jehová se revelará en su favor como “Dios de dioses,”
que puede salvar hasta lo sumo a los que ponen su confianza en él.
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