Página 387 - Profetas y Reyes (1957)

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Josué y el ángel
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abrieron los del siervo de Eliseo en Dotán, verían a los ángeles de
Dios acampados en derredor de ellos, manteniendo en jaque a la
hueste de las tinieblas.
Mientras el pueblo de Dios aflige su alma delante de él, supli-
cando pureza de corazón, se da la orden: “Quitadle esas vestimentas
viles,” y se pronuncian las alentadoras palabras: “Mira que he hecho
pasar tu pecado de ti, y te he hecho vestir de ropas de gala.” Se pone
sobre los tentados y probados, pero fieles, hijos de Dios, el manto
sin mancha de la justicia de Cristo. El remanente despreciado queda
vestido de gloriosos atavíos, que nunca han de ser ya contaminados
por las corrupciones del mundo. Sus nombres permanecen en el libro
de la vida del Cordero, registrados entre los de los fieles de todos los
siglos. Han resistido los lazos del engañador; no han sido apartados
de su lealtad por el rugido del dragón. Tienen ahora eterna y segura
protección contra los designios del tentador. Sus pecados han sido
transferidos al que los instigara. Una “mitra limpia” es puesta sobre
su cabeza.
Mientras Satanás ha estado insistiendo en sus acusaciones los
ángeles santos, invisibles, han ido de un lado a otro poniendo sobre
los fieles el sello del Dios viviente. Estos son los que están sobre el
monte de Sión con el Cordero, teniendo el nombre del Padre escrito
en sus frentes. Cantan el nuevo himno delante del trono, ese himno
que nadie puede aprender sino los ciento cuarenta y cuatro mil que
fueron redimidos de la tierra. “Estos, los que siguen al Cordero
por donde quiera que fuere. Estos fueron comprados de entre los
hombres por primicias para Dios y para el Cordero. Y en sus bocas
no ha sido hallado engaño; porque ellos son sin mácula delante del
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trono de Dios.”
Apocalipsis 14:4, 5
.
Entonces se cumplirán del todo estas palabras del Angel: “Escu-
cha pues ahora, Josué gran sacerdote, tú, y tus amigos que se sientan
delante de ti; porque son varones simbólicos: He aquí, yo traigo a
mi siervo, el Pimpollo.”
Zacarías 3:8
. Cristo es revelado como el
Redentor y Libertador de su pueblo. Entonces serán en verdad los
que forman parte del remanente “varones simbólicos,” cuando las
lágrimas y la humillación de su peregrinación sean reemplazadas
por el gozo y la honra en la presencia de Dios y del Cordero. “En
aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y
el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los librados de Israel.