Página 391 - Profetas y Reyes (1957)

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“No con ejército, ni con fuerza”
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de la justicia, no será nunca anonadada. Irá de fortaleza en fortaleza,
“no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová
de los ejércitos.”
Zacarías 4:6
.
Se cumplió literalmente la promesa: “Las manos de Zorobabel
echarán el fundamento a esta casa, y sus manos la acabarán.”
Vers. 9
.
“Y los ancianos de los Judíos edificaban y prosperaban, conforme a
la profecía de Haggeo profeta, y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron
pues, y acabaron, por el mandamiento del Dios de Israel, y por el
mandamiento de Ciro, y de Darío, y de Artajerjes rey de Persia. Y
esta casa fué acabada al tercer día del mes de Adar [duodécimo mes],
que era el sexto año del reinado del rey Darío.”
Esdras 6:14, 15
.
Poco después, el templo restaurado fué dedicado. “Los hijos de
Israel, los sacerdotes y los Levitas, y los demás que habían venido
de la trasportación, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con
gozo... Hicieron la pascua a los catorce del mes primero.”
Esdras
6:16, 19
.
El segundo templo no igualaba al primero en magnificencia,
ni fué santificado por las manifestaciones visibles de la presencia
divina que se vieron al ser inaugurado el primer templo. No hubo
manifestación de poder sobrenatural para señalar su dedicación. No
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se vió que una nube de gloria llenase el santuario recién erigido.
Ningún fuego descendió del cielo para consumir el sacrificio sobre
su altar. La
shekina,
o presencia de Dios, no moraba más entre los
querubines del lugar santísimo; el arca, el propiciatorio y las tablas
del testimonio no se encontraban allí. Ninguna señal del cielo daba
a conocer la voluntad de Jehová al sacerdote inquiridor.
Sin embargo, se trataba del edificio acerca del cual el Señor había
declarado por el profeta Ageo: “La gloria de aquesta casa postrera
será mayor que la de la primera.” “Y haré temblar a todas las gentes,
y vendrá el Deseado de todas las gentes; y henchiré esta casa de
gloria, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Hageo 2:9, 7
. Durante
siglos hombres sabios han procurado demostrar en qué se cumplió la
promesa que Dios hizo a Ageo; y sin embargo muchos se han negado
persistentemente a ver un significado especial en el advenimiento
de Jesús de Nazaret, el Deseado de todas las gentes, quien por su
presencia personal, santificó las dependencias del templo. El orgullo
y la incredulidad cegaban sus mentes y les impedían comprender el
verdadero significado de las palabras del profeta.