Capítulo 54—Reproches contra la extorsión
Este capítulo está basado en Nehemías 5.
Aun no se había terminado la muralla de Jerusalén cuando se
llamó la atención de Nehemías a las condiciones desafortunadas de
las clases más pobres del pueblo. Con la intranquilidad que reinaba,
los cultivos se habían descuidado en cierta medida. Además, debido
a la conducta egoísta de algunos que habían regresado a Judea, la
bendición del Señor no descansaba sobre su tierra, y había escasez
de cereal.
A fin de obtener alimento para sus familias, los pobres se veían
obligados a comprar a crédito y a precios exorbitantes. También
estaban compelidos a tomar dinero prestado a interés para pagar los
gravosos impuestos que les cobraban los reyes de Persia. Y para
aumentar la angustia de los pobres, los más ricos de entre los judíos
habían aprovechado aquellas necesidades para enriquecerse.
Mediante Moisés el Señor había ordenado a Israel que cada tercer
año se recogiese un diezmo para beneficio de los pobres; y además se
había provisto ayuda con la suspensión de las labores agrícolas cada
séptimo año, a fin de que mientras la tierra quedase en barbecho lo
que produjese espontáneamente fuese dejado para los menesterosos.
La fidelidad en dedicar estas ofrendas al alivio de los pobres y a
otros usos benévolos, habría contribuído a recordar al pueblo la
verdad de que Dios lo posee todo, así como su oportunidad de ser
intermediarios de sus bendiciones. Dios quería que los israelitas
recibiesen una preparación que desarraigase el egoísmo y diese
amplitud y nobleza a su carácter.
Dios había dado también esas instrucciones mediante Moisés:
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“Si dieres a mi pueblo dinero emprestado, al pobre que está contigo,
no te portarás con él como logrero.” “No tomarás de tu hermano
logro de dinero, ni logro de comida, ni logro de cosa alguna de
que se suele tomar.” También había dicho: “Cuando hubiere en ti
menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades,
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