Reproches contra la extorsión
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responsable de los pecados cometidos por sus miembros. Presta su
apoyo al mal si no alza la voz contra él.
Las costumbres del mundo no constituyen el criterio que de-
be seguir el cristiano. Este último no ha de imitar a aquél en sus
prácticas injustas, en su codicia ni en sus extorsiones. Todo acto
injusto contra un semejante es una violación de la regla de oro. Todo
perjuicio ocasionado a los hijos de Dios se hace contra Cristo mismo
en la persona de sus santos. Toda tentativa de aprovecharse de la
ignorancia, debilidad o desgracia de los demás, se registra como
fraude en el libro mayor del cielo. El que teme verdaderamente a
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Dios preferirá trabajar noche y día y comer su pan en la pobreza
antes que satisfacer un afán de ganancias que oprimiría a la viuda y
a los huérfanos, o despojaría al extraño de su derecho.
El menor desvío de la rectitud quebranta las barreras y prepara
el corazón para cometer mayores injusticias. En la medida en que
un hombre esté dispuesto a sacar ventajas para sí de las desventajas
de otro, se vuelve su alma insensible a la influencia del Espíritu de
Dios. La ganancia obtenida a un costo tal es una terrible pérdida.
Eramos todos deudores de la justicia divina; pero nada teníamos
con qué pagar la deuda. Entonces el Hijo de Dios se compadeció
de nosotros y pagó el precio de nuestra redención. Se hizo pobre
para que por su pobreza fuésemos enriquecidos. Mediante actos de
generosidad hacia los pobres, podemos demostrar la sinceridad de
nuestra gratitud por la misericordia que se nos manifestó. “Hagamos
bien a todos—recomienda el apóstol Pablo,—y mayormente a los
domésticos de la fe.” Y sus palabras concuerdan con las del Salvador:
“Siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les
podréis hacer bien.” “Todas las cosas que quisierais que los hombres
hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque
esta es la ley y los profetas.”
Gálatas 6:10
;
Marcos 14:7
;
Mateo 7:12
.
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