Maquinaciones paganas
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didas más severas. Pero Nehemías estaba convencido de que la carta
era completamente falsa, y que había sido escrita para despertar sus
temores y atraerlo a una trampa. Esta conclusión quedaba fortalecida
por el hecho de que la carta se enviaba abierta, evidentemente para
que el pueblo leyese su contenido, y se alarmase e intimidase.
Contestó prestamente: “No hay tal cosa como dices, sino que de
tu corazón tú lo inventas.” Nehemías no ignoraba los designios de
Satanás. Sabía que esas tentativas se hacían para debilitar las manos
de los constructores y así frustrar sus esfuerzos.
Satanás había sido derrotado vez tras vez; y ahora con aun ma-
yor malicia y astucia, tendió un lazo más sutil y peligroso para el
siervo de Dios. Sambalat y sus compañeros sobornaron a hombres
que profesaban ser amigos de Nehemías, para que le diesen malos
consejos como palabra de Jehová. El principal que se empeñó en
esta obra inicua fué Semaías, al que Nehemías había tenido antes
en buena estima. Ese hombre se encerró en una cámara cercana al
santuario, como si temiese que su vida peligrara. El templo estaba
entonces protegido por muros y puertas, pero las puertas de la ciudad
no habían sido colocadas todavía. Aparentando gran preocupación
por la seguridad de Nehemías, Semaías le aconsejó que buscase re-
fugio en el templo. Propuso: “Juntémonos en la casa de Dios dentro
del templo, y cerremos las puertas del templo, porque vienen para
matarte; sí, esta noche vendrán a matarte.”
Si Nehemías hubiese seguido este consejo traicionero, habría sa-
crificado su fe en Dios y en ojos del pueblo habría parecido cobarde
y despreciable. En vista de la obra importante que había emprendido
y de la confianza que había profesado tener en el poder de Dios, ha-
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bría sido completamente inconsecuente de su parte ocultarse como
quien tuviese miedo. La alarma se habría difundido entre el pueblo;
cada uno habría procurado su propia seguridad; y la ciudad habría
sido dejada sin protección, para caer presa de sus enemigos. Ese
único paso imprudente de parte de Nehemías habría sido una entrega
virtual de todo lo que se había ganado.
Nehemías no necesitó mucho tiempo para comprender el verda-
dero carácter de su consejero y el fin que perseguía. Dice: “Entendí
que Dios no lo había enviado, sino que hablaba aquella profecía
contra mí, porque Tobías y Sanballat le habían alquilado por salario.