Página 447 - Profetas y Reyes (1957)

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Capítulo 58—La venida del libertador
A través de los largos siglos de “tribulación y tiniebla, oscuridad
y angustia” (
Isaías 8:22
) que distinguieron la historia de la humani-
dad, desde el momento en que nuestros primeros padres perdieron
su hogar edénico hasta el tiempo en que apareció el Hijo de Dios
como Salvador de los pecadores, la esperanza de la raza caída se
concentró en la venida de un Libertador para librar a hombres y
mujeres de la servidumbre del pecado y del sepulcro.
La primera insinuación de una esperanza tal fué hecha a Adán
y Eva en la sentencia pronunciada contra la serpiente en el Edén,
cuando el Señor declaró a Satanás en oídos de ellos: “Enemistad
pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta
te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.”
Génesis 3:15
.
Al escuchar estas palabras la pareja culpable, le inspiraron es-
peranza; porque en la profecía concerniente al quebrantamiento del
poder de Satanás discernió una promesa de liberación de la ruina
obrada por la transgresión. Aunque le iba a tocar sufrir por causa del
poder de su adversario en vista de que había caído bajo su influencia
seductora y había decidido desobedecer a la clara orden de Jehová,
no necesitaba ceder a la desesperación absoluta. El Hijo de Dios se
ofrecía para expiar su transgresión con su propia sangre. Se les iba a
conceder un tiempo de gracia durante el cual, por la fe en el poder
que tiene Cristo para salvar, podrían volver a ser hijos de Dios.
Mediante el éxito que tuvo al desviar al hombre de la senda de
la obediencia, Satanás llegó a ser “el dios de este siglo.”
2 Corintios
4:4
. Pasó al usurpador el dominio que antes fuera de Adán. Pero el
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Hijo de Dios propuso que vendría a esta tierra para pagar la pena
del pecado, y así no sólo redimiría al hombre, sino que recuperaría
el dominio perdido. Acerca de esta restauración profetizó Miqueas
cuando dijo: “Oh torre del rebaño, la fortaleza de la hija de Sión
vendrá hasta ti: y el señorío primero.”
Miqueas 4:8
. El apóstol Pablo
llama a esto “la redención de la posesión adquirida.”
Efesios 1:14
.
Y el salmista pensaba en la misma restauración final de la heredad
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