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Profetas y Reyes
original del hombre cuando declaró: “Los justos heredarán la tierra,
y vivirán para siempre sobre ella.”
Salmos 37:29
.
Esta esperanza de redención por el advenimiento del Hijo de
Dios como Salvador y Rey, no se extinguió nunca en los corazones
de los hombres. Desde el principio hubo algunos cuya fe se extendió
más allá de las sombras del presente hasta las realidades futuras.
Mediante Adán, Set, Enoc, Matusalén, Noé, Sem, Abrahán, Isaac,
Jacob y otros notables, el Señor conservó las preciosas revelaciones
de su voluntad. Y fué así como a los hijos de Israel, al pueblo esco-
gido por medio del cual iba a darse al mundo el Mesías prometido,
Dios hizo conocer los requerimientos de su ley y la salvación que se
obtendría mediante el sacrificio expiatorio de su amado Hijo.
La esperanza de Israel se incorporó en la promesa hecha en el
momento de llamarse a Abrahán y fué repetida después vez tras
vez a su posteridad: “Serán benditas en ti todas las familias de la
tierra.”
Génesis 12:3
. Al ser revelado a Abrahán el propósito de
Dios para la redención de la familia humana, el Sol de Justicia brilló
en su corazón, y disipó sus tinieblas. Y cuando, al fin, el Salvador
mismo anduvo entre los hijos de los hombres y habló con ellos, dió
testimonio a los judíos acerca de la brillante esperanza de liberación
que el patriarca tenía por la venida de un Redentor. Cristo declaró:
“Abraham vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vió, y se gozó.”
Juan 8:56
.
La misma esperanza bienaventurada fué predicha en la bendición
que pronunció el moribundo patriarca Jacob sobre su hijo Judá:
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“Judá, alabarte han tus hermanos:
Tu mano en la cerviz de tus enemigos:
Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.
Cachorro de león Judá:
De la presa subiste, hijo mío:
Encorvóse, echóse como león,
Así como león viejo: ¿quién lo despertará?
No será quitado el cetro de Judá
y el legislador de entre sus pies,
Hasta que venga Shiloh;
Y a él se congregarán los pueblos.”
Génesis 49:8-10
.