Página 455 - Profetas y Reyes (1957)

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La venida del libertador
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Estas descripciones del acerbo sufrimiento y de la muerte cruel
del Mesías prometido, por tristes que fuesen, abundaban en prome-
sas; porque con respecto al que “quiso” quebrantar, “sujetándole
a padecimiento” para que entregase “su vida en expiación por el
pecado,” Jehová declaró:
“Verá linaje, vivirá por largos días,
y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Del trabajo de su alma verá y será saciado;
con su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos,
y él llevará las iniquidades de ellos.
“Por tanto yo le daré parte con los grandes,
y con los fuertes repartirá despojos;
por cuanto derramó su vida hasta la muerte,
y fué contado con los perversos,
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habiendo él llevado el pecado de muchos,
y orado por los transgresores.”
Isaías 53:10-12
.
El amor hacia los pecadores fué lo que indujo a Cristo a pagar
el precio de la redención. “Vió que no había hombre, y maravillóse
que no hubiera quien se interpusiese;” ningún otro podía rescatar a
hombres y mujeres del poder del enemigo; por lo tanto “salvólo su
brazo, y afirmóle su misma justicia.”
Isaías 59:16
.
“He aquí mi Siervo, yo le sostendré;
mi Escogido, en quien mi alma toma contentamiento:
he puesto sobre él mi Espíritu,
dará juicio a las gentes.”
Isaías 42:1
.
En su vida no había de entretejerse ninguna aserción de sí mismo.
El Hijo de Dios no conocería los homenajes que el mundo tributa
a los cargos, a las riquezas y al talento. El Mesías no iba a emplear
recurso alguno de los que usan los hombres para obtener obediencia
u homenaje. Su absoluto renunciamiento de sí mismo se predecía en
estas palabras:
“No clamará, ni alzará,
ni hará oír su voz en las plazas.