Página 479 - Profetas y Reyes (1957)

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Visiones de la gloria futura
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habían ido. Miré, y he aquí el Carmelo desierto, y todas sus ciudades
eran asoladas.” “¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay
otro semejante a él: tiempo de angustia para Jacob; mas de ella será
librado.”
Jeremías 4:23-26; 30:7
.
El día de la ira para los enemigos de Dios es el día de la liberación
final para su iglesia. El profeta declara:
“Confortad a las manos cansadas,
roborad las vacilantes rodillas.
Decid a los de corazón apocado:
Confortaos, no temáis:
he aquí que vuestro Dios viene con venganza,
con pago; el mismo Dios vendrá, y os salvará.”
“Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda
lágrima de todos los rostros: y quitará la afrenta de su pueblo de toda
la tierra: porque Jehová lo ha dicho.”
Isaías 35:3, 4; 25:8
. Y mientras
el profeta contempla al Señor de gloria que desciende del cielo, con
todos los santos ángeles, para congregar a la iglesia remanente de
entre las naciones de la tierra, oye a los que le esperan clamar al
unísono con gozo triunfante:
“He aquí éste es nuestro Dios,
le hemos esperado,
y nos salvará:
éste es Jehová
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a quien hemos esperado,
nos gozaremos
y nos alegraremos en su salud.”
Isaías 25:9
.
Se oye la voz del Hijo de Dios llamando a los santos que duer-
men, y al contemplarlos saliendo de la cárcel de la muerte, el profeta
exclama: “Tus muertos vivirán; junto con mi cuerpo muerto resuci-
tarán. ¡Despertad y cantad, moradores del polvo! porque tu rocío,
cual rocío de hortalizas; y la tierra echará los muertos.”
“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos,
y los oídos de los sordos se abrirán.
Entonces el cojo saltará como un ciervo,