Página 11 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

Capítulo 1—La enseñanza más eficaz
En la enseñanza de Cristo mediante parábolas, se nota el mismo
principio que el que lo impulsó en su misión al mundo. A fin de
que llegáramos a conocer su divino carácter y su vida, Cristo tomó
nuestra naturaleza y vivió entre nosotros. La Divinidad se reveló en
la humanidad; la gloria invisible en la visible forma humana. Los
hombres podían aprender de lo desconocido mediante lo conocido;
las cosas celestiales eran reveladas por medio de las terrenales; Dios
se manifestó en la semejanza de los hombres. Tal ocurría en las
enseñanzas de Cristo: lo desconocido era ilustrado por lo conocido;
las verdades divinas, por las cosas terrenas con las cuales la gente se
hallaba más familiarizada.
La Escritura dice: “Todo esto habló Jesús por parábolas; ... para
que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dijo: Abriré en
parábolas mi boca; rebosaré cosas escondidas desde la fundación del
mundo”
Las cosas naturales eran el vehículo de las espirituales;
las cosas de la naturaleza y la experiencia de la vida de sus oyentes
eran relacionadas con las verdades de la Palabra escrita. Guiando así
del reino natural al espiritual, las parábolas de Cristo son eslabones
en la cadena de la verdad que une al hombre con Dios, la tierra con
el cielo.
En su enseñanza basada en la naturaleza, Cristo hablaba de las
cosas que sus propias manos habían creado y que tenían cualidades y
poderes que él mismo les había impartido. En su perfección original,
todas las cosas creadas eran una expresión del pensamiento de Dios.
[9]
Para Adán y Eva en su hogar edénico, la naturaleza estaba llena del
conocimiento de Dios, repleta de instrucción divina. La sabiduría
hablaba a los ojos, y era recibida en el corazón; pues ellos se ponían
en comunión con Dios por medio de sus obras creadas. Tan pronto
como la santa pareja transgredió la ley del Altísimo, el fulgor del
rostro divino se apartó de la faz de la naturaleza. La tierra se halla
actualmente desfigurada y profanada por el pecado. Sin embargo, aun
en su estado de marchitez, permanece mucho de lo que es hermoso.
7