Página 146 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

Capítulo 17—Aliento en las dificultades
Este capítulo está basado en Lucas 13:1-9.
Cuando Cristo enseñaba, unía la invitación misericordiosa a la
amonestación referente al juicio. “El Hijo del hombre—dijo—no ha
venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”.
“No envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo, mas
para que el mundo sea salvo por él”
Su misión de misericordia, en
relación con la justicia y el juicio divinos, se ilustra en la parábola
de la higuera estéril.
Cristo había estado amonestando a la gente acerca del adveni-
miento del reino de Dios, y había reprendido severamente su ig-
norancia e indiferencia. Ellos estaban prontos para leer las señales
del cielo que predecían el estado del tiempo; pero no discernían las
señales de los tiempos, que tan claramente indicaban su misión.
Pero los hombres estaban tan listos entonces como lo están hoy
a sacar la conclusión de que ellos son los favoritos del cielo, y que
el mensaje de reprobación se dirige a algún otro. Los oyentes le
contaron a Jesús acerca de un suceso que acababa de causar gran ex-
citación. Algunas de las medidas de Poncio Pilato, el gobernador de
Judea, habían ofendido al pueblo. Había habido un tumulto popular
en Jerusalén, y Pilato había tratado de reprimirlo por la violencia.
En cierta ocasión sus soldados habían hasta invadido los recintos
del templo, y quitado la vida a algunos peregrinos galileos en el
mismo acto de degollar sus sacrificios. Los judíos consideraban
la calamidad como un juicio que venía a consecuencia del pecado
[168]
del que lo sufría, y aquellos que relataron este acto de violencia,
lo hicieron con secreta satisfacción. A su parecer, su propia buena
fortuna comprobaba que ellos eran mucho mejores, y por lo tanto,
más favorecidos por Dios que aquellos galileos. Esperaban oír de
Jesús palabras de condenación contra aquellos hombres, que, a no
dudarlo, harto merecían su castigo.
142