Capítulo 18—Una generosa invitación
Este capítulo está basado en Lucas 14:1, 12-24.
El Salvador era huésped en la fiesta de un fariseo. El aceptaba
las invitaciones tanto de los ricos como de los pobres, y, según su
costumbre, vinculaba la escena que tenía delante con lecciones de
verdad. Entre los judíos las fiestas sagradas se relacionaban con todas
sus épocas de regocijo nacional y religioso. Eran para ellos un tipo
de las bendiciones de la vida eterna. La gran fiesta en la cual habían
de sentarse junto con Abrahán, Isaac y Jacob, mientras los gentiles
estuviesen fuera mirando con ojos anhelantes, era un tema en el cual
les gustaba espaciarse. La lección de amonestación e instrucción que
Cristo quería dar, la ilustró en esta ocasión mediante la parábola de
la gran cena. Los judíos pensaban reservarse exclusivamente para sí
las bendiciones de Dios, tanto las que se referían a la vida presente
como las que se relacionaban con la futura. Negaban la misericordia
de Dios a los gentiles. Por la parábola, Cristo les demostró que ellos
estaban al mismo tiempo rechazando la invitación misericordiosa,
el llamamiento al reino de Dios. Les mostró que la invitación que
habían desatendido debía ser enviada a aquellos a quienes habían
despreciado, aquellos de los cuales habían apartado sus vestiduras,
como si se tratara de leprosos que debían ser rehuidos.
Al escoger los huéspedes para su fiesta, el fariseo había consul-
tado sus propios intereses egoístas. Cristo le dijo: “Cuando haces
comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus
parientes, ni a vecinos ricos; porque también ellos no te vuelvan a
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convidar, y te sea hecha compensación. Mas cuando haces banquete,
llama a los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; y serás biena-
venturado; porque no te pueden retribuir; mas te será recompensado
en la resurrección de los justos”.
Cristo estaba aquí repitiendo la instrucción que había dado a
Israel por medio de Moisés. Dios los había instruido con respec-
to a sus fiestas sagradas: “El extranjero, y el huérfano, y la viuda,
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