Página 16 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
para conocer a Dios, la vista demasiado anublada para verlo, el oído
demasiado embotado para oir su voz, se percibe un significado más
profundo, y las sublimes verdades espirituales de la Palabra escrita
quedan impresas en el corazón.
En estas lecciones que se obtienen directamente de la naturaleza
hay una sencillez y una pureza que las hace del más elevado valor.
Todos necesitan las enseñanzas que se han de sacar de esta fuente.
Por sí misma, la hermosura de la naturaleza lleva al alma lejos del
pecado y de las atracciones mundanas y la guía hacia la pureza,
la paz y Dios. Demasiado a menudo las mentes de los estudiantes
están ocupadas por las teorías y especulaciones humanas, falsamente
llamadas ciencia y filosofía. Necesitan ponerse en íntimo contacto
con la naturaleza. Aprendan ellos que la creación y el cristianismo
tienen un solo Dios. Sean enseñados a ver la armonía de lo natural
con lo espiritual. Conviértase todo lo que ven sus ojos y tocan
sus manos en una lección para la edificación del carácter. Así las
facultades mentales serán fortalecidas, desarrollado el carácter, y
ennoblecida la vida toda.
El propósito que Cristo tenía al enseñar por parábolas corría
parejas con su propósito en lo referente al sábado. Dios dio a los
hombres el recordativo de su poder creador, a fin de que lo vieran
en las obras de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la
gloria del Creador en sus obras creadas. Y a causa de que Jesús
quería que lo hiciéramos, relacionó sus preciosas lecciones con la
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hermosura de las cosas naturales. En el santo día de descanso, más
especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar los
mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar
las parábolas del Salvador allí donde las pronunciara, en los prados
y arboledas, bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando
nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo hace
que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones
de su paz y amor.
Y Cristo ha vinculado su enseñanza, no sólo con el día de des-
canso, sino con la semana de trabajo. Tiene sabiduría para aquel
que dirige el arado y siembra la simiente. En la arada y en la siem-
bra, el cultivo y la cosecha, nos enseña a ver una ilustración de su
obra de gracia en el corazón. Así, en cada ramo de trabajo útil y en
toda asociación de la vida, él desea que encontremos una lección