Página 222 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
mosura del carácter de Cristo. Pero para la mayoría todo esto fue
en vano. No quisieron abandonar sus propios hábitos y su carácter.
No se quitaron los vestidos terrenales a fin de ser cubiertos con el
manto celestial. Sus corazones fueron dados a la codicia. Amaron la
asociación del mundo más que a su Dios.
Solemne será el día de la decisión final. En visión profética, el
apóstol Juan lo describe así: “Vi un gran trono blanco y al que estaba
sentado sobre él, de delante del cual huyó la tierra y el cielo; y no
fue hallado el lugar de ellos. Y vi los muertos, grandes y pequeños,
que estaban delante de Dios; y los libros fueron abiertos: y otro libro
fue abierto, el cual es de la vida: y fueron juzgados los muertos por
las cosas que estaban escritas en los libros según sus obras”
Triste será la visión retrospectiva en aquel día cuando los hom-
bres se hallen cara a cara con la eternidad. La vida entera se pre-
sentará tal cual ha sido. Los placeres mundanos, las riquezas y los
honores no parecerán entonces tan importantes. Los hombres verán
que únicamente la justicia que despreciaron es de valor. Verán que
han modelado su carácter bajo las seducciones engañosas de Sata-
nás. Las ropas que han escogido son la insignia de su alianza con el
primer gan apóstata. Entonces verán los resultados de su elección.
Conocerán lo que significa violar los mandamientos de Dios.
No habrá un tiempo de gracia futuro en el cual prepararse para la
eternidad. En esta vida hemos de vestirnos con el manto de la justicia
de Cristo. Esta es nuestra única oportunidad de formar caracteres
para el hogar que Cristo ha preparado para los que obedecen sus
mandamientos.
Los días de gracia que tenemos están terminando rápidamente.
El fin está cerca. A nosotros se nos hace la advertencia: “Mirad por
vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería
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y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente
sobre vosotros aquel día”
Estad alerta, no sea que no os halle
preparados. Estad apercibidos, no sea que el banquete del Rey os
sorprenda sin vestido de bodas.
“Porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis”.
“Bienaventurado el que vela, y guarda sus vestiduras, para que no
ande desnudo, y vean su vergüenza”
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