Página 287 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

El premio inmerecido
283
misión de los dos ungidos es comunicar al pueblo de Dios que
sólo la gracia celestial puede hacer de su Palabra una lámpara para
los pies y una luz para el sendero. “No con ejército, ni con fuerza,
sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”
En la parábola todas las vírgenes salieron a recibir al esposo.
Todas tenían lámparas y vasijas para aceite. Por un tiempo parecía
no haber diferencia entre ellas. Tal ocurre con la iglesia que vive
precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Todos tienen
el conocimiento de las Escrituras. Todos han oído el mensaje de la
pronta venida de Cristo, y esperan confiadamente su aparición. Pero
así como ocurrió en la parábola, ocurre hoy en día. Interviene un
tiempo de espera, la fe es probada; y cuando se oye el clamor: “He
aquí, el esposo viene; salid a recibirle”, muchos no están listos. No
tienen aceite en sus vasijas para las lámparas. Están destituidos del
Espíritu Santo.
Sin el Espíritu de Dios, un conocimiento de su Palabra no tiene
[338]
valor. La teoría de la verdad, cuando no va acompañada del Espíritu
Santo, no puede avivar el alma o santificar el corazón. Uno puede
estar familiarizado con los mandamientos y las promesas de la Biblia,
pero a menos que el Espíritu de Dios grabe la verdad, el carácter no
será transformado. Sin la iluminación del Espíritu, los hombres no
podrán distinguir la verdad del error, y caerán bajo las tentaciones
maestras de Satanás.
La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada
de hipócritas. Sus componentes manifiestan respeto por la verdad,
la han defendido, y son atraídos hacia aquellos que la creen; pero
no se han rendido a sí mismos a la obra del Espíritu Santo. No han
caído sobre la Roca, Cristo Jesús, y permitido que su vieja naturaleza
fuera quebrantada. Esta clase se halla simbolizada también por los
oyentes representados por el terreno rocoso. Reciben la palabra
con prontitud, pero no asimilan sus principios. La influencia de la
palabra no es permanente. El Espíritu obra en el corazón del hombre
de acuerdo con su deseo y consentimiento, implantando en él una
nueva naturaleza. Pero las personas representadas por las vírgenes
fatuas se han contentado con una obra superficial. No conocen a
Dios. No han estudiado su carácter; no han mantenido comunión con
él; por lo tanto no saben cómo confiar en él, cómo mirarlo y cómo
vivir. Su servicio a Dios degenera en formulismo. “Vendrán a ti como