Página 288 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

Basic HTML Version

284
Palabras de Vida del Gran Maestro
viene el pueblo, y se estarán delante de ti como mi pueblo, y oirán
tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus
bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia”
El apóstol
Pablo señala que ésta será la característica especial de aquellos que
vivan precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Dice: “En
los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres
amadores de sí mismos... amadores de los deleites más que de Dios;
teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de
ella”
[339]
Esta es la clase de personas que en tiempo de peligro clama: Paz
y seguridad. Arrullan sus corazones en la seguridad, y no sueñan con
peligros. Cuando se despiertan alarmados de su letargo, disciernen
su destitución, y tratan de que otros suplan su necesidad; pero en
las cosas espirituales ningún hombre puede suplir la deficiencia del
otro. La gracia de Dios ha sido libremente ofrecida a toda alma. Se
ha proclamado el mensaje evangélico: “El que tiene sed, venga: y el
que quiere, tome del agua de la vida de balde”
Pero el carácter es
intransferible. Ningún hombre puede creer por otro. Ningún hombre
puede recibir el Espíritu por otro. Nadie puede impartir a otro el
carácter que es el fruto de la obra del Espíritu. Si “estuvieren en
medio de ella [la tierra] Noé, Daniel, y Job, vivo yo, dice el Señor
Jehová, no librarán hijo ni hija; ellos por su justicia librarán su
vida”
Es en la crisis cuando se revela el carácter. Cuando la voz fer-
vorosa proclamó a media noche: “He aquí, el esposo viene; salid
a recibirle”, y las vírgenes que dormían fueron despertadas de su
sueño, se vio quién había hecho la preparación para el acontecimien-
to. Ambas clases fueron tomadas desprevenidas; pero una estaba
preparada para la emergencia, y la otra fue hallada sin preparación.
Así también hoy en día, una calamidad repentina e inesperada, algo
que pone al alma cara a cara con la muerte, demostrará si uno tiene
verdadera fe en las promesas de Dios. Mostrará si el alma es soste-
nida por la gracia. La gran prueba final viene a la terminación del
tiempo de gracia, cuando será demasiado tarde para que la necesidad
del alma sea suplida.
Las diez vírgenes están esperando en el atardecer de la historia
de esta tierra. Todas aseveran ser cristianas. Todas han recibido
un llamamiento, tienen un nombre y una lámpara: todas profesan