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              Palabras de Vida del Gran Maestro
            
            
              viene el pueblo, y se estarán delante de ti como mi pueblo, y oirán
            
            
              tus palabras, y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus
            
            
              bocas, y el corazón de ellos anda en pos de su avaricia”
            
            
            
            
              El apóstol
            
            
              Pablo señala que ésta será la característica especial de aquellos que
            
            
              vivan precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Dice: “En
            
            
              los postreros días vendrán tiempos peligrosos: que habrá hombres
            
            
              amadores de sí mismos... amadores de los deleites más que de Dios;
            
            
              teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de
            
            
              ella”
            
            
            
            
              [339]
            
            
              Esta es la clase de personas que en tiempo de peligro clama: Paz
            
            
              y seguridad. Arrullan sus corazones en la seguridad, y no sueñan con
            
            
              peligros. Cuando se despiertan alarmados de su letargo, disciernen
            
            
              su destitución, y tratan de que otros suplan su necesidad; pero en
            
            
              las cosas espirituales ningún hombre puede suplir la deficiencia del
            
            
              otro. La gracia de Dios ha sido libremente ofrecida a toda alma. Se
            
            
              ha proclamado el mensaje evangélico: “El que tiene sed, venga: y el
            
            
              que quiere, tome del agua de la vida de balde”
            
            
            
            
              Pero el carácter es
            
            
              intransferible. Ningún hombre puede creer por otro. Ningún hombre
            
            
              puede recibir el Espíritu por otro. Nadie puede impartir a otro el
            
            
              carácter que es el fruto de la obra del Espíritu. Si “estuvieren en
            
            
              medio de ella [la tierra] Noé, Daniel, y Job, vivo yo, dice el Señor
            
            
              Jehová, no librarán hijo ni hija; ellos por su justicia librarán su
            
            
              vida”
            
            
            
            
              Es en la crisis cuando se revela el carácter. Cuando la voz fer-
            
            
              vorosa proclamó a media noche: “He aquí, el esposo viene; salid
            
            
              a recibirle”, y las vírgenes que dormían fueron despertadas de su
            
            
              sueño, se vio quién había hecho la preparación para el acontecimien-
            
            
              to. Ambas clases fueron tomadas desprevenidas; pero una estaba
            
            
              preparada para la emergencia, y la otra fue hallada sin preparación.
            
            
              Así también hoy en día, una calamidad repentina e inesperada, algo
            
            
              que pone al alma cara a cara con la muerte, demostrará si uno tiene
            
            
              verdadera fe en las promesas de Dios. Mostrará si el alma es soste-
            
            
              nida por la gracia. La gran prueba final viene a la terminación del
            
            
              tiempo de gracia, cuando será demasiado tarde para que la necesidad
            
            
              del alma sea suplida.
            
            
              Las diez vírgenes están esperando en el atardecer de la historia
            
            
              de esta tierra. Todas aseveran ser cristianas. Todas han recibido
            
            
              un llamamiento, tienen un nombre y una lámpara: todas profesan