Página 294 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
del Salvador produce un resplandor de perfecta paz, y amor perfecto,
de perfecta seguridad. La belleza y fragancia del carácter de Cristo,
reveladas en la vida, testifican de que Dios ha enviado ciertamente a
su Hijo al mundo, para ser su Salvador.
Cristo no pide que sus seguidores luchen por brillar. El dice:
Dejad que brille vuestra luz. Si habéis recibido la gracia de Dios, la
luz está en vosotros. Quitad los impedimentos, y la gloria del Señor
se revelará. La luz brillará, para penetrar y disipar las tinieblas. No
podéis dejar de brillar en vuestra esfera de influencia.
La revelación de su propia gloria en la forma humana, acercará
tanto el cielo a los hombres que la belleza que adorne el templo
interior se verá en toda alma en quien more el Salvador. Los hombres
serán cautivados por la gloria de un Cristo que mora en el corazón. Y
en corrientes de alabanza y acción de gracias procedentes de muchas
almas así ganadas para Dios, la gloria refluirá al gran Dador.
“Levántate, resplandece; que ha venido tu lumbre, y la gloria de
Jehová ha nacido sobre ti”
Este mensaje se da a aquellos que salen
al encuentro del Esposo. Cristo viene con poder y grande gloria.
Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos
los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas,
habrá luz en toda morada de los santos. Ellos percibirán la primera
luz de su segunda venida. La luz no empañada brillará del esplendor
de Cristo el Redentor, y él será admirado por todos los que le han
servido. Mientras los impíos huyan de su presencia, los seguidores
de Cristo se regocijarán. El patriarca Job, mirando hacia adelante, al
tiempo del segundo advenimiento de Cristo, dijo: “Al cual yo tengo
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de ver por mí mismo, y mis ojos le mirarán; y ya no como a un
extraño”
Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar
para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en
constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del
Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria
de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no
empañados de la refulgencia y gloria del Rey en su majestad. Están
preparados para la comunión del cielo; pues tienen el cielo en sus
corazones.
Con cabezas levantadas, con los alegres rayos del Sol de Justicia
brillando sobre ellos, regocijándose porque su redención se acerca,