El premio inmerecido
            
            
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              resplandeciente. Es el amor de Dios continuamente transferido al
            
            
              hombre lo que lo capacita para impartir luz. En el corazón de todos
            
            
              [345]
            
            
              los que están unidos a Dios por la fe, el áureo aceite del amor fluye
            
            
              libremente, para brillar en buenas obras, en un servicio real y sincero
            
            
              por Dios.
            
            
              En la inconmensurable dádiva del Espíritu Santo se hallan con-
            
            
              tenidos todos los recursos del cielo. No es por causa de restricción
            
            
              alguna por parte de Dios por lo que las riquezas de su gracia no
            
            
              fluyen hacia la tierra, a los hombres. Si todos tuvieran la voluntad
            
            
              de recibir, todos serían llenados de su Espíritu.
            
            
              Es el privilegio de toda alma ser un canal vivo por medio del
            
            
              cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las
            
            
              inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que Cristo desee tanto
            
            
              como agentes que representen al mundo su Espíritu y carácter. No
            
            
              hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del
            
            
              amor del Salvador mediante la humanidad. Todo el cielo está espe-
            
            
              rando que haya canales por medio de los cuales pueda derramarse el
            
            
              aceite santo para que sea un gozo y una bendición para los corazones
            
            
              humanos.
            
            
              Cristo ha hecho toda provisión para que su iglesia sea un cuerpo
            
            
              transformado, iluminado con la Luz del mundo, que posea la gloria
            
            
              de Emmanuel. Es su propósito que todo cristiano esté rodeado de
            
            
              una atmósfera espiritual de luz y paz. Desea que nosotros revelemos
            
            
              su propio gozo en nuestra vida.
            
            
              La morada del Espíritu en nuestro corazón se revelará por la
            
            
              manifestación del amor celestial. La plenitud divina fluirá a través
            
            
              del agente humano consagrado, para ser luego transmitida a los
            
            
              demás.
            
            
              El Sol de Justicia “en sus alas traerá salud”
            
            
            
            
              Así también de
            
            
              todo verdadero discípulo ha de emanar una influencia productora de
            
            
              vida, valor, utilidad y verdadera sanidad.
            
            
              La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado;
            
            
              significa la extirpación de nuestros pecados y el henchimiento del
            
            
              vacío con las gracias del Espíritu Santo. Significa iluminación divina,
            
            
              [346]
            
            
              regocijo en Dios. Significa un corazón despojado del yo y bendecido
            
            
              con la presencia permanente de Cristo. Cuando Cristo reina en
            
            
              el alma, hay pureza, libertad del pecado. Se cumple en la vida la
            
            
              gloria, la plenitud, la totalidad del plan evangélico. La aceptación