Página 43 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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El desarrollo de la vida
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nosotros, “y en sus alas traerá salud”. Floreceremos “como lirio”.
Seremos “vivificados como trigo”, y floreceremos “como la vid”
Al
depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal,
creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza.
El trigo desarrolla “primero hierba, luego espiga, después grano
lleno en la espiga”. El objeto del agricultor al sembrar la semilla
y cultivar la planta creciente es la producción de grano. Desea pan
para el hambriento y semilla para las cosechas futuras. Así también
el Agricultor divino espera una cosecha como premio de su labor
y sacrificio. Cristo está tratando de reproducirse a sí mismo en el
corazón de los hombres; y esto lo hace mediante los que creen en
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él. El objeto de la vida cristiana es llevar fruto, la reproducción del
carácter de Cristo en el creyente, para que ese mismo carácter pueda
reproducirse en otros.
La planta no germina, crece o da fruto para sí misma, sino que
“da simiente al que siembra, y pan al que come”
Así ningún hombre
ha de vivir para sí mismo. El cristiano está en el mundo como
representante de Cristo, para la salvación de otras almas.
No puede haber crecimiento o fructificación en la vida que se
centraliza en el yo. Si habéis aceptado a Cristo como a vuestro
Salvador personal, habéis de olvidar vuestro yo, y tratar de ayudar a
otros. Hablad del amor de Cristo, de su bondad. Cumplid con todo
deber que se presente. Llevad la carga de las almas sobre vuestro
corazón, y por todos los medios que estén a vuestro alcance tratad de
salvar a los perdidos. A medida que recibáis el Espíritu de Cristo—
el espíritu de amor desinteresado y de trabajo por otros—, iréis
creciendo y dando frutos. Las gracias del Espíritu madurarán en
vuestro carácter. Se aumentará vuestra fe, vuestras convicciones se
profundizarán, vuestro amor se perfeccionará. Reflejaréis más y más
la semejanza de Cristo en todo lo que es puro, noble y bello.
“El fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benigni-
dad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”
Este fruto nunca puede
perecer, sino que producirá una cosecha, según su género, para vida
eterna.
“Cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque
la siega es llegada”. Cristo espera con un deseo anhelante la mani-
festación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo sea