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Palabras de Vida del Gran Maestro
Preparas el grano de ellos,
cuando así la dispones.
Haces se empapen sus surcos,
haces descender sus canales:
ablándasla con lluvias,
bendices sus renuevos.
Tú coronas el año de tus bienes;
y tus nubes destilan grosura”
* * * * *
El mundo material se halla bajo el dominio de Dios. Las leyes
de la naturaleza son obedecidas por la naturaleza. Todo expresa y
obra la voluntad del Creador. La nube y la luz del sol, el rocío y la
lluvia, el viento y la tormenta, todo se halla bajo la vigilancia divina,
y rinde implícita obediencia a su mandato. Es en obediencia a la ley
de Dios como el tallo del grano sube a través de la tierra, “primero
hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”
El Señor
desarrolla estas etapas a su debido tiempo porque no se oponen a
su obra. ¿Y será posible que el hombre, hecho a la imagen de Dios,
dotado del raciocinio y del habla, sea el único que no aprecie sus
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dones y desobedezca su voluntad? ¿Serán los seres racionales los
únicos que causen confusión en nuestro mundo?
En todas las cosas que tienden al sostén del hombre, se nota la
concurrencia del esfuerzo divino y del humano. No puede haber
cosecha a menos que la mano humana haga su parte en la siembra
de la semilla. Pero sin los agentes que Dios provee al dar el sol
y la lluvia, el rocío y las nubes, no habría crecimiento. Tal ocurre
en la prosecución de todo negocio, en todo ramo de estudio y en
toda ciencia. Y así ocurre también en las cosas espirituales, en la
formación del carácter, y en todo ramo de la obra cristiana. Tenemos
una parte que cumplir, pero debemos tener el poder de la Divinidad
para unirlo con el nuestro, o nuestros esfuerzos serán vanos.
Cuando quiera que el hombre alcanza algo, sea en lo espiritual o
en lo temporal, debe recordar que lo hace por medio de la coopera-
ción con su Hacedor. Necesitamos grandemente comprender nuestra
dependencia de Dios. Se confía demasiado en los hombres, y en las
invenciones humanas. Hay muy poca confianza en el poder que Dios