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Palabras de Vida del Gran Maestro
grande y ningún sacrificio demasiado caro para ganar los tesoros de
la verdad.
En la parábola, el campo que contiene el tesoro representa las
Sagradas Escrituras. Y el Evangelio es el tesoro. La tierra misma
no se halla tan entretejida de vetas de oro ni está tan llena de cosas
preciosas como sucede con la Palabra de Dios.
Cómo fue escondido
Se dice que los tesoros del Evangelio están escondidos. Aquellos
que son sabios en su propia estima, los que están hinchados por la
enseñanza de la vana filosofía, no perciben la hermosura, el poder
y el misterio del plan de la redención. Muchos tienen ojos, pero no
ven; tienen oídos, pero no oyen; tienen intelecto, pero no disciernen
el tesoro escondido.
Un hombre podría pasar por el lugar donde había sido escondido
el tesoro. Estando en horrible necesidad, podría sentarse a descansar
al pie de un árbol, no sabiendo nada de las riquezas escondidas
entre sus raíces. Tal ocurrió con los judíos. Cual áureo tesoro, la
verdad había sido confiada al pueblo hebreo. El sistema de culto
judaico, que llevaba la firma celestial, había sido instituido por Cristo
mismo. Las grandes verdades de la redención se hallaban veladas
tras los tipos y los símbolos. Sin embargo, cuando Cristo vino, no
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reconocieron a Aquel a quien señalaban todos los símbolos. Tenían
la Palabra de Dios en su poder; pero las tradiciones que habían
pasado de una generación a otra y la interpretación humana de las
Escrituras, escondieron de su vista la verdad tal cual es en Jesús. La
significación espiritual de los Sagrados Escritos se perdió. El lugar
donde estaba atesorado todo el conocimiento les estaba abierto, pero
no lo sabían.
Dios no esconde su verdad de los hombres. Por su propia con-
ducta, ellos la oscurecen para sí mismos. Cristo dio al pueblo judío
abundantes evidencias de que era el Mesías; pero su enseñanza exi-
gía un cambio decidido en sus vidas. Ellos vieron que si recibían a
Cristo debían abandonar sus máximas y tradiciones favoritas y sus
prácticas egoístas e impías. Exigía un sacrificio el recibir la verdad
invariable y eterna. Por lo tanto, no admitieron la más concluyen-
te evidencia que Dios pudo dar a fin de establecer la fe en Cristo.