Página 85 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Dónde hallar la verdad
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santidad, y cada vez les serán revelados más tesoros de verdad y de
gracia para ser transmitidos al mundo.
El gran tesoro de la verdad es la Palabra de Dios. La Palabra
escrita, el libro de la naturaleza y el libro de la experiencia referente
al trato de Dios con la vida humana: he aquí los tesoros de los cuales
han de valerse los obreros de Dios. En la investigación de la verdad
han de depender de Dios, y no de las inteligencias humanas, de los
grandes hombres cuya sabiduría es locura para Dios. Usando los
medios que él mismo señaló, el Señor impartirá un conocimiento de
sí mismo a todo el que lo busque.
Si el que sigue a Cristo cree su Palabra y la práctica, no habrá
ciencia en el mundo natural que no pueda entender y apreciar. No
hay nada que no le proporcione los medios de impartir la verdad
a otros. La ciencia natural es un tesoro de conocimiento del cual
puede valerse todo estudiante de la escuela de Cristo. Mientras
contemplamos la hermosura de la naturaleza, mientras estudiamos
sus lecciones en el cultivo del suelo, en el crecimiento de los árboles,
en todas las maravillas de la tierra, del mar y del cielo, obtendremos
una nueva percepción de la verdad. Y los misterios relacionados con
el trato de Dios con los hombres, las profundidades de su sabiduría
y su juicio, tal como se ven en la vida humana, son también un
depósito rico en tesoros.
Pero es en la Palabra escrita donde el conocimiento de Dios se
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revela más claramente al hombre caído. Ella constituye el depósito
de las inescrutables riquezas de Cristo.
La Palabra de Dios incluye las escrituras del Antiguo Testamento
así como las del Nuevo. El uno no es completo sin el otro. Cristo
declaró que las verdades del Antiguo Testamento son tan valiosas
como las del Nuevo. Cristo fue el Redentor del hombre en el prin-
cipio del mundo en igual grado en que lo es hoy. Antes de revestir
él su divinidad de humanidad y venir a nuestro mundo, el mensaje
evangélico fue dado por Adán, Set, Enoc, Matusalén y Noé. Abrahán
en Canaán y Lot en Sodoma llevaron el mensaje, y de generación
en generación fieles mensajeros proclamaron a Aquel que había de
venir. Los ritos del sistema de culto judío fueron establecidos por
Cristo mismo. El fue el fundador de su sistema de sacrificios, la gran
realidad simbolizada por todo su servicio religioso. La sangre que se