Página 86 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
vertía al ofrecerse los sacrificios señalaba el sacrificio del Cordero
de Dios. Todos los sacrificios simbólicos se cumplieron en él.
Cristo, tal como fue manifestado por los patriarcas, simbolizado
en el servicio expiatorio, pintado en la ley y revelado por los profetas,
constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida,
en su muerte y en su resurrección, Cristo tal como lo manifiesta el
Espíritu Santo, constituye los tesoros del Nuevo Testamento. Nuestro
Salvador, el resplandor de la gloria del Padre, pertenece tanto al Viejo
como al Nuevo Testamento.
Los discípulos habían de ir como testigos de la vida, la muerte y
la intercesión de Cristo, que los profetas habían predicho. Cristo en
su humillación, en su pureza y santidad, en su amor incomparable,
había de ser su tema. Y para predicar el Evangelio en su plenitud,
ellos debían presentar al Salvador no solamente revelado en su vida
y enseñanzas, sino predicho por los profetas del Antiguo Testamento
y simbolizado por los servicios expiatorios.
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En su enseñanza, Cristo presentó viejas verdades de las cuales
él mismo era el originador, verdades que él había hablado mediante
patriarcas y profetas; pero ahora arrojaba sobre ellas una nueva luz.
¡Cuán diferente aparecía su significado! Su explicación traía un
raudal de luz y espiritualidad. Y él prometió que el Espíritu Santo
iluminaría a los discípulos, que la Palabra de Dios estaría siempre
desenvolviéndose ante ellos. Podrían presentar sus verdades con
nueva belleza.
Desde que la primera promesa de redención fue pronunciada en
el Edén, la vida, el carácter y la obra mediadora de Cristo han sido
el estudio de las mentes humanas. Sin embargo, cada mente en la
cual ha obrado el Espíritu Santo ha presentado estos temas con una
luz fresca y nueva. Las verdades de la redención son susceptibles
de constante desarrollo y expansión. Aunque viejas, son siempre
nuevas, y revelan constantemente una gloria mayor y un poder más
grande al que busca la verdad.
En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un mensaje
de Dios al pueblo de esa generación. Las viejas verdades son todas
esenciales; la nueva verdad no es independiente de la vieja, sino un
desarrollo de ella. Es únicamente comprendiendo las viejas verdades
como podemos entender las nuevas. Cuando Cristo deseó revelar a
sus discípulos la verdad de su resurrección, comenzó “desde Moisés,