Página 96 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente
perfecta en él”
Uno de los últimos mandamientos que Cristo diera a sus discí-
pulos fue: “Que os améis los unos a los otros: como os he amado”
¿Estamos obedeciendo este mandato, o estamos condescendiendo
con rasgos de carácter hirientes y no cristianos? Si de alguna forma
hemos agraviado o herido a otros, es nuestro deber confesar nuestra
falta y buscar la reconciliación. Esta es una condición esencial para
que podamos presentarnos a Dios con fe y pedir su bendición.
Hay otro asunto demasiado a menudo descuidado por los que
buscan al Señor en oración. ¿Habéis sido honrados con Dios? El
Señor declara mediante el profeta Malaquías: “Desde los días de
vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis.
Tornaos a mí, y yo me tornaré a vosotros, ha dicho Jehová de los
ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de tornar? ¿Robará el hombre
a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te
hemos robado? Los diezmos y las primicias”
Como dador de todas las bendiciones, Dios reclama una porción
determinada de todo lo que poseemos. Esta es la provisión que él
ha hecho para sostener la predicación del Evangelio. Y debemos de-
mostrar nuestro aprecio por sus dones devolviendo esto a Dios. Pero
si retenemos lo que le pertenece a él, ¿cómo podemos pretender sus
bendiciones? Si somos mayordomos infieles en las cosas terrenales,
¿cómo podemos esperar que él nos confíe las celestiales? Puede ser
que aquí se encuentre el secreto de la oración no contestada.
Pero el Señor, en su gran misericordia, está listo para perdonar,
y dice: “Traed todos los diezmos al alfolí, y haya alimento en mi
casa; y probadme ahora en esto... si no os abriré las ventanas de los
cielos, y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.
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Increparé también por vosotros al devorador, y no os corromperá el
fruto de la tierra; ni vuestra vid en el campo abortará... Y todas las
gentes os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice
Jehová de los ejércitos”
Tal ocurre con todos los demás requerimientos de Dios. Todos
sus dones son prometidos a condición de la obediencia. Dios tiene
un cielo lleno de bendiciones para los que cooperen con él. Todos los
que le obedezcan pueden con confianza reclamar el cumplimiento
de sus promesas.