Página 27 - Reavivamientos Modernos (1974)

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Cómo llegar a ser un cristiano nacido de nuevo
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el arrepentimiento es obra del pecador o es una dádiva de Cristo.
¿Debe esperar el pecador hasta que esté lleno de remordimiento por
su pecado antes de que pueda ir a Cristo? El primer paso hacia Cristo
se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el hombre
responde a esa atracción, avanza hacia Cristo a fin de arrepentirse.
Se representa al pecador como a una oveja perdida, y una oveja
perdida nunca vuelve al aprisco a menos que sea buscada y llevada
de vuelta al redil por el pastor. Nadie puede arrepentirse por sí mismo
y hacerse digno de la bendición de la justificación. Continuamente
el Señor Jesús procura impresionar la mente del pecador y atraerlo
para que contemple al Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo. No podemos dar un paso hacia la vida espiritual a menos
que Jesús atraiga y fortalezca el alma, y nos guíe para experimentar
el arrepentimiento del cual nadie necesita arrepentirse...
Cuando Pedro presentó claramente ante los sacerdotes y sadu-
ceos el hecho de que el arrepentimiento es don de Dios, hablando
de Cristo dijo: “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe
y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”.
Hechos 5:31
. El arrepentimiento es tanto un don de Dios como lo
son el perdón y la justificación, y no se lo puede experimentar a
menos que sea dado al alma por Cristo. Si somos atraídos a Cris-
to, es mediante su poder y virtud. La gracia de la contrición viene
mediante él y de él procede la justificación...
La fe es más que palabras
La fe que es para salvación no es una fe casual, no es el mero
consentimiento del intelecto; es la creencia arraigada en el corazón
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que acepta a Cristo como a un Salvador personal, segura de que él
puede salvar perpetuamente a todos los que acuden a Dios mediante
él. Creer que él salvará a otros pero que no te salvará a ti, no es fe
genuina. Sin embargo, cuando el alma se aferra de Cristo como de la
única esperanza de salvación, entonces se manifiesta la fe genuina.
Esa fe induce a su poseedor a colocar todos los afectos del alma en
Cristo. Su comprensión está bajo el dominio del Espíritu Santo y su
carácter se modela de acuerdo con la semejanza divina. Su fe no es
muerta, sino una fe que obra por el amor y lo induce a contemplar la
belleza de Cristo y a asimilarse al carácter divino...