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Reavivamientos Modernos
Toda la obra es del Señor, de principio a fin. El pecador que
perece puede decir: “Soy un pecador perdido, pero Cristo vino a
buscar y a salvar lo que se había perdido. El dice: ‘No he venido
a llamar a justos, sino a pecadores’.
Marcos 2:17
. Soy pecador, y
Cristo murió en la cruz del Calvario para salvarme. No necesito per-
manecer un solo momento más sin ser salvado. El murió y resucitó
para mi justificación y me salvará ahora. Acepto el perdón que ha
prometido”.
Justos en él
Cristo es un Salvador resucitado, pues aunque estuvo muerto, ha
resucitado y vive siempre para interceder por nosotros. Hemos de
creer con el corazón para justicia y con la boca hemos de hacer con-
fesión para salvación. Los que son justificados por la fe confesarán
a Cristo. “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida
eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Juan 5:25
. La gran obra que ha de efectuarse en el pecador que está
manchado y contaminado por el mal es la obra de la justificación.
Este es declarado justo mediante Aquel que habla verdad. El Señor
imputa al creyente la justicia de Cristo y lo declara justo delante
del universo. Transfiere sus pecados a Jesús, el representante del
pecador, su sustituto y garantía. Coloca sobre Cristo la iniquidad de
toda alma que cree. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
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2 Corintios 5:21
.
Cristo pagó por la culpabilidad de todo el mundo y todo el que
venga a Dios por fe, recibirá la justicia de Cristo, “quien llevó él
mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y
por cuya herida fuisteis sanados”.
1 Pedro 2:24
. Nuestro pecado ha
sido expiado, puesto a un lado, arrojado a lo profundo de la mar.
Mediante el arrepentimiento y la fe somos liberados del pecado y
contemplamos al Señor, nuestra justicia. Jesús sufrió, el justo por el
injusto.