Página 34 - Reavivamientos Modernos (1974)

Basic HTML Version

Capítulo 3—Dios también tiene reglas
Nuestra única responsabilidad
Como Supremo Legislador del universo, Dios ha ordenado leyes
no sólo para el gobierno de todos los seres vivientes, sino de todas
las operaciones de la naturaleza. Todo, ya sea grande o pequeño,
animado o inanimado, está bajo leyes fijas que no pueden ser desde-
ñadas. No hay excepciones a esta regla, pues nada de lo hecho por
la mano divina ha sido olvidado por la mente divina. Sin embargo,
al paso que todo lo que hay en la naturaleza es gobernado por la ley
natural, sólo el hombre, como ser inteligente, capaz de entender sus
requerimientos, es responsable ante la ley moral. Sólo al hombre,
corona de la creación divina, Dios ha dado una conciencia que com-
prende las demandas sagradas de la ley divina, y un corazón capaz
de amarla como santa, justa y buena. Del hombre se requiere pronta
y perfecta obediencia. Sin embargo, Dios no lo obliga a obedecer:
queda como ser moral libre.
Son pocos los que comprenden el tema de la responsabilidad
personal del hombre. Sin embargo, es un asunto de máxima impor-
tancia. Todos podemos obedecer y vivir, o podemos transgredir la
ley de Dios, desafiar su autoridad y recibir el castigo consiguiente.
De modo que a cada alma le incumbe decididamente la pregunta:
¿Obedeceré la voz del cielo, las diez palabras pronunciadas en el
Sinaí, o iré con la multitud que pisotea esta ígnea ley? Para los que
aman a Dios, será la máxima delicia observar los mandamientos
divinos y hacer aquellas cosas que son agradables a la vista de Dios.
Pero el corazón natural odia la ley de Dios y lucha contra sus santas
demandas. Los hombres cierran su alma a la luz divina, rehusando
caminar en ella cuando brilla sobre ellos. Sacrifican la pureza del
[31]
corazón, el favor de Dios y su esperanza del cielo a cambio de la
complacencia egoísta o las ganancias mundanales.
Dice el salmista: “La ley de Jehová es perfecta”.
Salmos 19:7
.
¡Cuán maravillosa es la ley de Jehová en su sencillez, su extensión
30