Página 56 - Reavivamientos Modernos (1974)

Basic HTML Version

52
Reavivamientos Modernos
Comportamiento irracional
La santificación no es un vuelo feliz del sentimiento, no es la
obra de un instante, sino la obra de toda una vida. Si alguno pretende
que el Señor lo ha santificado, y que lo hace santo, la prueba de
su pretensión de que posee esa bendición se verá en los frutos de
mansedumbre, paciencia, longanimidad, veracidad y amor.
Si la bendición que han recibido los que pretenden estar santifi-
cados los induce a depender de alguna emoción particular, y declaran
que no hay necesidad de investigar las Escrituras para conocer la
voluntad revelada de Dios, entonces la supuesta bendición es una
falsificación, porque induce a sus poseedores a darle valor a sus
propias emociones y fantasías no santificadas, y a cerrar sus oídos a
la voz de Dios en su palabra...
La excitación nerviosa en asuntos de religión no es evidencia de
que el Espíritu de Dios está obrando en el corazón. Leemos acerca
[55]
de contorsiones frenéticas del cuerpo, de chillidos y gritos en la obra
de Satanás sobre las mentes y los cuerpos de los hombres; pero la
Palabra de Dios no nos presenta ningún ejemplo de manifestaciones
semejantes en relación con aquellos sobre los cuales él derrama su
Espíritu. Es claro que las fantasías destempladas, las explosiones
salvajes, los ejercicios corporales de contorsión constituyen la obra
del enemigo.
Sin embargo muchos piensan que el desorden de la mente, que
se intensifica por el poder de Satanás, es una garantía de que Dios
está haciendo que estas almas engañadas actúen de una manera tan
desordenada. Todo el espíritu y el tono de la Biblia condena a los
hombres que actúan sin razón e inteligencia. Cuando el Espíritu de
Dios conmueve el corazón, hace que el hijo de Dios actúe de una
manera que recomiende la religión al buen juicio de los hombres y
mujeres de mente equilibrada
Pretensión
Dijo Cristo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en
el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios,