Dependencia, 30 de marzo
No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo por
ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Filipenses 3:12
.
En la etapa del primer amor, la vida cristiana se caracteriza por la sencillez y
lozanía; pero en la medida en que las oportunidades se multiplican, la experiencia
y el conocimiento tendrían que aumentar. Es necesario fortalecerse para asumir
responsabilidades, y la madurez debe estar en proporción a los privilegios...
A menos que a cada instante dependamos de Jesús, el aumento del conoci-
miento y de los privilegios pueden fortalecer el yo y la justicia propia. La juventud
cristiana estará en peligro de olvidar que habiendo sido el Señor el que comenzó en
ellos la buena obra, él mismo es el que debe también concluirla. Es indispensable
renunciar a todo mérito personal, y confiar completamente en los de Aquel que es
demasiado sabio para equivocarse. Por sí mismo el nombre no puede hacer nada
bueno. Jesús dijo: “Separados de mí nada podéis hacer”.
Juan 15:5
. El creyente
debe permanecer en Dios.
Todo el cielo se vació en el don de Cristo, y por intermedio de Jesús se
promete el Espíritu Santo a los creyentes. El Señor dijo a sus discípulos: “Mas
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Juan 14:26
.
Además del perdón, y el arrepentimiento, Cristo también ofrece al creyente la
constante ayuda del Espíritu Santo.
En el crecimiento de la semilla, el hombre no puede ver los agentes invisibles
que llevan a la planta al desarrollo perfecto habiendo sido primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga. Aunque tierno en la fe, usted puede tener
la certeza de que pasó de muerte a vida y, como resultado, aparecerán los frutos
del Espíritu. Si crece en fe, en la esperanza y el amor, puede saber que su visión
espiritual ha sido aclarada. Si le place reflexionar en el plan de la salvación y en las
gloriosas manifestaciones del carácter divino, y si como resultado de reflexionar
en el amor Dios su corazón brilla por efecto del agradecimiento y la felicidad,
puede estar seguro que ha sido iluminado por los rayos del Espíritu Santo y que
los agentes celestiales están educando su carácter y elevándolo a la madurez de la
vida cristiana.—
The Signs of the Times, 27 de marzo de 1893
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