El espíritu es fundamental para entender la verdad, 2 de abril
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo
lo escudriña, aun lo profundo de Dios.
1 Corintios 2:10
.
Hay una gran obra que debe hacerse en nuestros días y no estamos en con-
diciones de captar la mitad de lo que Dios desea realizar en favor de su pueblo.
Hablamos acerca del mensaje del primer ángel, y también del segundo, y hasta
pretendemos creer que entendemos algo referente al mensaje del tercer ángel.
Sin embargo, no tendríamos que conformarnos con lo que sabemos. Nuestras
peticiones, mezcladas con fe y contrición, deberían ascender a Dios para que
nos permita comprender los misterios que él está deseoso de dar a conocer a
sus santos. Necesitaríamos entender que, a menos que seamos enseñados por el
Espíritu Santo, nunca podremos comprender bien la Biblia, un libro sellado hasta
para los eruditos que son sabios según su propia opinión.
Jesús sabía bien lo que quería decir cuando recomendó a sus discípulos que
escudriñaran las Escrituras. Investigar quiere decir comparar un texto con otro,
teniendo en cuenta que los asuntos espirituales deben considerarse con una mente
espiritual. No deberíamos sentirnos satisfechos con un conocimiento superficial.
Hay que explorar los tesoros escondidos, que permanecen ocultos bajo la su-
perficie, del mismo modo como los mercaderes buscan las mejores perlas. Luz,
abundante luz, será la recompensa que les aguarda a los que investigan la verdad
con diligencia.
Pudiendo saber qué es la verdad, hay muchos que todavía no han descubierto
las capacidades de su mente, ni se esfuerzan por adquirir la experiencia que les
permita desarrollar al máximo su potencial para conocer la verdad. Es imposible
que el Espíritu Santo descienda sobre usted, a menos que sienta la necesidad de
recibirlo con un anhelo más intenso del que ahora tiene. Sepa que ya estamos
viviendo en las fronteras del mundo eterno y, en consecuencia, Cristo vendrá
pronto. Todo el cielo está interesado en el progreso de la obra de preparación de
su iglesia para la venida.
Si alguna vez hubo un pueblo que necesitó prestar atención al Testigo fiel que
aconsejó a la iglesia de Laodicea a ser celosa y a arrepentirse ante Dios, somos
nosotros, quienes hemos recibido verdades estupendas para este tiempo pero no
hemos vivido a la altura de los privilegios y las responsabilidades que se nos han
confiado. Perdimos mucho por no haber vivido a la luz de las verdades solemnes
que profesamos creer.—
The Review and Herald, 4 de junio de 1889
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