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Dispuestos a ser enseñados, 11 de abril
Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas
antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para
vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.
Jeremías 6:16
.
Después de rogar al Señor que le muestre su voluntad, le proporcione sabiduría
celestial y la iluminación de su Santo Espíritu, al investigar las Escrituras el
peticionante encontrará que los textos que antes habían sido oscuros, de pronto
los entiende con claridad. Como nunca antes esto le ayudará a comprender sus
responsabilidades. Jesús dijo: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envío.
El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo
hablo por mi propia cuenta”.
Juan 7:16, 17
.
El conocimiento de la verdad divina se promete a quienes desean obedecer
a la luz y a la verdad confiadas. La entrada por la puerta estrecha no depende
de la posesión de conocimientos o de nuestras riquezas, sino que depende de la
posesión de un espíritu dispuesto a ser enseñado. El que aprecia y se apropia de
cada rayo de luz que recibe para andar en él, poniendo sus acciones en armonía
con ese destello y santificándose por su intermedio, recibirá más iluminación.
También podrá entender en qué consiste el plan de la salvación...
El que tiene un corazón obediente, y está dispuesto a hacer la voluntad de Dios,
no solamente recibirá la verdad con alegría sino que buscará con fervor los tesoros
escondidos que hay en ella. Abrirá las Escrituras con humildad, y con un espíritu
dispuesto a aprender y a comprender cómo andar en la luz. Por eso preguntará:
“Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Hechos 9:6
. Con el propósito de poner su vida
en armonía con la voluntad de Dios manifestará disposición a sacrificar cualquier
cosa; todo, si le fuera solicitado.
No siempre resulta fácil obedecer la voluntad divina. Exige firmeza de pro-
pósitos para poder entrar por la puerta estrecha que se abre a un sendero angosto
que conduce a la vida eterna, porque por todas partes el creyente encuentra insi-
nuaciones para desviarlo por caminos prohibidos. Los que sienten amor por las
riquezas y desean el honor que generan las posiciones destacadas, no entrarán
por el sendero estrecho, a menos que se desprendan de sus ídolos. No es posible
transitar por la senda estrecha llevando consigo las cosas de este mundo.
El que desea entrar por la puerta estrecha debe consagrar a Dios todo lo que
es y lo que tiene. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame”.
Mateo 16:24
.—
The Review and Herald, 28 de
marzo de 1912
.
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