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Confía en su iluminación, 14 de abril
Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
Salmos 119:34
.
Los agradables manantiales del campo de la revelación tienen la verdad ce-
lestial, la paz, y la alegría. Estas fuentes de gozo son parte de las riquezas para
todos los que las buscan. Las palabras de la inspiración, atesoradas en el corazón,
son como corrientes vitalizadoras que fluyen del río del agua de la vida. Nuestro
Salvador oró para que el intelecto de sus seguidores pudiera ser abierto a la com-
prensión de las Escrituras. Dondequiera que se estudie la Biblia con oración, el
Espíritu Santo abrirá la mente al entendimiento de las palabras que leamos. La
persona cuyo discernimiento es iluminado como resultado de abrir la Palabra de
Dios, percibe que debe continuar la búsqueda con mayor diligencia para poder
comprenderla; también descubre que necesita tener un mayor conocimiento de las
ciencias. Entonces siente que fue llamada para una elevada vocación en Cristo.
Cuanto más estrecha es la relación con la Fuente de todo conocimiento y
sabiduría, tanto más sentirá que debe hacer otros avances para conseguir mayores
logros intelectuales y espirituales. El abrir la Palabra de Dios siempre trae como
resultado una notable apertura y fortalecimiento de las facultades del hombre,
porque el principio de sus palabras alumbra. Al contemplar las grandes verdades,
la mente se eleva, y los afectos se purifican y refinan, porque el Espíritu, por
intermedio de la verdad de Dios, alienta al que le falta vigor, estimula sus facultades
espirituales, y atrae al creyente a la atmósfera celestial.
Entonces tome su Biblia y preséntese delante del Padre celestial, pidiendo:
“Ilumínane; enséñame qué es verdad”. El Señor responderá su oración y el Espíritu
Santo imprimirá la verdad en su ser. Al investigar por usted mismo las Escrituras,
fortalecerá su fe. Es de la mayor importancia que escudriñe en forma regular la
Biblia con el propósito de atesorar en su mente la verdad. Puede llegar a ser privado
del compañerismo de otros cristianos, y puesto donde no tenga el privilegio de
reunirse con los hijos de Dios. Por eso, usted necesita guardar en su corazón los
tesoros de las Escrituras, para que cuando se desate la persecución pueda someter
todo a la prueba de la Palabra de Dios.—
The Bible Echo, 15 de octubre de 1892
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