Regocíjate en la palabra, 17 de abril
Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y
por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová
Dios de los ejércitos.
Jeremías 15:16
.
Para poder practicar constantemente la religión de la Biblia necesitamos ser
pacientes, abnegados y negarnos a nosotros mismos. Si permanentemente hacemos
de la Palabra de Dios un principio de vida, cada cosa que hagamos, cada palabra
o acto por común que fuere, pondrá de manifiesto que estamos sujetos a Cristo
Jesús, al que hemos sometido en cautiverio nuestros pensamientos. Si la Palabra
de Dios es recibida en el corazón, lo vaciará de la suficiencia propia y de la
autodependencia. La vida llegará a ser un poder para el bien debido a que el
Espíritu Santo henchirá la mente con los asuntos de Dios. Practicaremos la religión
de Cristo, porque la voluntad estará en perfecta conformidad con la de Dios.
Algunos que profesan tener la verdadera religión, desafortunadamente dejan la
Guía que Dios estableció para señalarnos el camino al cielo. Tal vez leen la Biblia
como si se tratara de un libro escrito por la pluma humana. Esto les proporciona
sólo un conocimiento superficial. El hablar acerca de la verdad no santifica a
los receptores. Podrán profesar que sirven a Dios; pero, si Cristo estuviera entre
ellos, escucharían su voz que les dice: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder
de Dios”.
Mateo 22:29
. Los tales no pueden saber en qué consiste la verdadera
religión.
“Las palabras que yo os he hablado—dijo Jesús—son espíritu y son vida”.
Juan 6:63
. Al testificar acerca de la Palabra de Dios, Jeremías dice: “Fueron
halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de
mi corazón”.
Jeremías 15:16
. En la Palabra de Dios hay tal poder de sanidad que
los así llamados sabios y entendidos no pueden experimentar, pero dicho poder
ha sido revelado a los humildes. “La exposición de tus palabras alumbra; hace
entender a los simples”.
Salmos 119:130
. Si se guarda la Palabra en el corazón
como si fuera una reliquia, la mente se transformará en la casa del tesoro, de la
cual se podrán extraer cosas nuevas y antiguas. Entonces ya no nos producirá
placer el pensar en los asuntos comunes de la vida, sino que diremos: “Lámpara
es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.
Salmos 119:105
.—
The Review
and Herald, 4 de mayo de 1897
.
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