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Guiados por el testimonio escrito, 19 de abril
¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha
amanecido.
Isaías 8:20
.
El Espíritu Santo siempre conduce al creyente a la Palabra escrita y llama
su atención a los grandes principios morales de la justificación. Es maravilloso
tener el reconocimiento de Dios como resultado del privilegio de testificar en
favor de la verdad. Antes de ascender al cielo—cuando una nube de ángeles lo
recibió dejándolo fuera del alcance de la mirada de sus discípulos—, Jesús les
dijo: “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y
me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la
tierra”.
Hechos 1:8
. Gracias a la recepción del Espíritu Santo fueron calificados
para testificar por Cristo.
Quisiera impresionarlos con esta realidad. Los que tienen a Cristo por fe en
el corazón, en verdad poseen el Espíritu Santo. Cada persona que recibe a Jesús
como su Salvador personal, con certeza acoge también al Espíritu Santo, que para
el creyente es consejero, santificador, guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios
camine el discípulo, más efectivo será como testigo y más poderosa la influencia
que ejercerá sobre otros su testimonio acerca del amor del Salvador. Dicha relación
le ayudará a transmitir las evidencias del galardón de la Palabra de Dios. Esta es
la carne y la bebida que satisface la sed del creyente. Se siente recompensado al
descubrir en la Biblia la voluntad de Dios.
Algunas personas que dicen ser creyentes se han apartado de la Palabra de
Dios dándole las espaldas, y, además de ser descuidados con la Biblia, que es una
guía maravillosa e instrumento que prueba todas las ideas, sostienen el sofisma de
Satanás al asegurar que el Espíritu les enseña, y que por lo tanto es innecesario
destinar tiempo a escudriñar las Escrituras. El Espíritu y la Palabra concuerdan.
Dice la Biblia: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque
no les ha amanecido”.
Isaías 8:20
. El ser humano llega a ser libre únicamente
cuando el Espíritu lo liberta.—
Manuscript Releases 14:70, 71
.
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