No guiados por los sentimientos, 22 de abril
Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
Salmos 119:105
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La santificación no es un vuelo feliz de los sentimientos. Tampoco es la obra
de un instante, sino de toda una vida. Si alguien pretende que el Señor lo santificó,
la prueba de esta aserción deberá estar en los frutos que esa experiencia produce:
humildad, paciencia, resignación, veracidad y amor. Si la bendición que recibieron
los que dicen que son santos los lleva a confiar en una determinada emoción
y afirman que no es necesario investigar las Escrituras para conocer la verdad
revelada de Dios, entonces la supuesta bendición es una impostura, porque lleva
al que tiene este espíritu a darle valor a sus propias fantasías y ambiciones no
santificadas, y a cerrar los oídos a la voz de Dios que está en su Palabra.
Los que dicen haber recibido manifestaciones especiales del Espíritu y piensan
que sus pecados han sido perdonados, ¿por qué llegan a la conclusión de que
pueden dejar la Biblia de lado y de allí en adelante comenzar a caminar solos?
Cuando preguntamos a los que pretenden haber sido objeto de una santificación
instantánea si están escudriñando las Escrituras como Jesús dice que lo hagan, para
certificar si existe alguna verdad adicional que necesitan aceptar, ellos responden:
“Podemos dejar la Biblia de lado, porque Dios nos la comunica directamente
mediante una manifestación especial de su revelación”.
Hay centenares que están siendo engañados por privilegiar las emociones en
lugar de la Palabra de Dios. No construyen sobre el único y seguro fundamento
que es la Palabra de Dios. Una religión que está destinada a criaturas inteligentes
producirá en el corazón evidencias genuinas y observables en el carácter. La
gracia de Cristo se manifestará en la conducta diaria. A los que dicen haber sido
santificados podemos preguntarles: ¿En qué aspectos de su vida aparecen los
frutos del Espíritu? ¿Tiene la humildad y mansedumbre de Cristo? ¿Revela este
hecho que está aprendiendo diariamente en la escuela de Cristo, moldeando su
vida de acuerdo con la vida libre de egoísmo de Jesús?
El mejor argumento que el creyente puede presentar con respecto a su relación
con Dios, es la fidelidad en la observancia de los mandamientos. La mayor prueba
de nuestra fe en Cristo es reemplazar la dependencia del yo por la confianza en
él, y la única prueba para demostrar nuestra permanencia en Cristo consiste en
reflejar su imagen... En la medida en que lo hagamos daremos evidencias de que
hemos sido santificados por la verdad, porque la verdad estará ejemplificada en
nuestra vida diaria.—
The Signs of the Times, 28 de febrero de 1895
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