La juventud recibe poder para vencer, 14 de mayo
Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu
adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos;
pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.
Eclesiastés 11:9
.
Al someternos a Dios, obtendremos grandes ventajas. Si tenemos debilida-
des de carácter, como de hecho pasa con todos, debemos unirnos a Uno que es
poderoso para salvar. Nuestra ignorancia se unirá a la sabiduría infinita, nuestra
fragilidad a la potencia perdurable y, a semejanza de Jacob, todos podemos llegar
a ser príncipes con Dios. Al relacionarnos con el Señor Dios de Israel, recibiremos
el poder de lo alto que nos capacitará para ser vencedores y, como depositarios del
amor divino, tendremos acceso al corazón de la gente. Aunque trémulos, necesita-
mos aferrarnos al trono del Infinito para decirle: “No te dejaré, si no me bendices”.
Génesis 32:26
.
Se nos asegura que Dios nos bendecirá, y que llegaremos a ser una bendición
para los demás, porque él es nuestra luz, nuestro regocijo y nuestro triunfo. Cuando
los jóvenes entiendan lo que significa contar con el favor y con el amor del Señor
en el corazón, van a darse cuenta del valor que tiene el privilegio de haber sido
comprados por su sangre. Como resultado, consagrarán sus dones a Dios, y se
esforzarán con todas las energías que recibieron de lo alto para aumentar sus
talentos con el propósito de utilizarlos en el servicio del Maestro.
En medio del pecado y del crimen que nos rodea, la única seguridad para
los jóvenes reside en tener una relación personal con Dios. Deben aprender a
buscarlo para poder ser investidos con el Espíritu Santo, y actuar sabiendo que
una hueste celestial está observándolos, dispuesta a asistirlos con toda solicitud en
tiempo de peligro y necesidad. La juventud debe estar cercada con las barricadas
de las amonestaciones e instrucciones que hay contra la tentación. Necesita ser
enseñada a saber en qué consiste el estímulo que proporciona la Palabra de Dios.
Los jóvenes deben tener un claro concepto de los peligros que implica dar un paso
en la senda del mal. Tienen que ser educados para estimar los consejos que Dios
tiene en sus sagrados oráculos. Hay que enseñarles a tomar decisiones en contra
del mal, y a adoptar la determinación de no entrar en ninguna senda en la que
no puedan esperar la compañía de Jesús o que su bendición los sostenga.—
The
Review and Herald, 21 de noviembre de 1893
.
[146]
145