Anima a los heraldos del evangelio, 24 de mayo
No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, el cual
asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra,
sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica,
2 Corintios
3:5, 6
.
Únicamente los que estén recibiendo constantemente nueva provisión de
gracia, tendrán una fuerza proporcional a su necesidad diaria y a su capacidad de
emplearla. En vez de esperar algún tiempo futuro en que, mediante el otorgamiento
de un poder espiritual especial sean milagrosamente hechos idóneos para ganar
conversos, cada día se entregan a Dios para que los haga vasos dignos de ser
empleados por él, y que los capacite para aprovechar las oportunidades de servirlo
que pone a su alcance. Diariamente testifican por el Maestro dondequiera que
estén, ora sea en alguna humilde esfera de trabajo, en el hogar, o en un servicio de
utilidad pública.
Para el obrero consagrado es una maravillosa fuente de consuelo saber que
aun Cristo durante su vida terrenal buscaba a su Padre diariamente en procura de
nuevas provisiones de gracia necesaria; y de esta comunión con Dios salía para
fortalecer y bendecir a otros. ¡Contemplad al Hijo de Dios postrado en oración
ante su Padre! Aunque es el Hijo de Dios, fortalece su fe por la oración, y por la
comunión con el cielo acumula en sí poder para resistir el mal y para ministrar las
necesidades de los hombres.
Como Hermano mayor de nuestra especie, conoce las necesidades de aquellos
que, rodeados de flaquezas y viviendo en un mundo de pecado y de tentación,
desean todavía servir a Dios. Sabe que los mensajeros a quienes considera dignos
de enviar son hombres débiles y expuestos a errar; pero a todos los que se entregan
enteramente a su servicio les promete ayuda divina. Su propio ejemplo es una
garantía de que la súplica ferviente y perseverante a Dios con fe—fe que induce
a depender enteramente de Dios y a consagrarse sin reservas a su obra—podrá
proporcionar a los hombres la ayuda del Espíritu Santo en la batalla contra el
pecado.—
Los Hechos de los Apóstoles, 45, 46
.
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