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Dios elige y prepara a todos, 12 de junio
Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se
alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el
que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová,
que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas
quiero, dice Jehová.
Jeremías 9:23, 24
.
El Señor obra a su manera para no dar lugar ni al ensalzamiento ni al orgullo
del hombre que tiene la tendencia a atribuirse la gloria de sus logros. Dios anhela
que entendamos que todos los talentos y dones le pertenecen. El Señor obra por
medio de quien él quiere. Toma a los que serán sus mensajeros y no los consulta
acerca de sus preferencias respecto a la clase de persona y al modo en que les
gustaría recibir el mensaje de Dios.
Se valdrá de los que están dispuestos a ser usados por él. Quiere utilizar a
hombres inteligentes, siempre que se dejen moldear y preparar; y que adapten
el testimonio de acuerdo a sus órdenes. Los hombres encumbrados o inferiores,
educados o ignorantes, harían mejor en permitir que el Señor conduzca el arca de
su vida. La obra del ser humano consiste en obedecer la voz de Dios.
Cualquiera que esté relacionado con la causa de Dios, permanentemente debe
estar bajo la disciplina del Señor. “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
Más alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que
yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas
cosas quiero, dice Jehová”.
Jeremías 9:23, 24
.
Hay mucha gente que perece por falta del pan de la vida, y que está sedienta
del agua de la salvación. ¡Ay de aquel que, por lo que dice o escribe, aparta a otro
para llevarlo por un camino equivocado! El Espíritu de Dios insta al hombre, y le
presenta su obligación moral de amarlo y de servirle con todo su corazón, poder,
fuerza y mente, y a querer a su prójimo como a sí mismo. El Espíritu Santo actúa
sobre el yo para que sea consciente del poder de Dios, a fin de despertar cada
facultad espiritual para una acción concertada.—
The Review and Herald, 12 de
mayo de 1896
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