Llenos del espíritu, 17 de junio
Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Hechos 13:52
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La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande. De esta Fuente
los servidores de Dios reciben poder y eficiencia. El Espíritu Santo es el Consola-
dor y, al mismo tiempo, es la presencia personal de Cristo en el creyente. Gracias
al Espíritu, el que contemple a Cristo con la fe simple de un niño participará de la
naturaleza divina. Al ser guiados por el Espíritu de Dios, podemos comprender
que en él somos perfectos gracias a aquel que es la cabeza de todas las cosas. Del
mismo modo como Cristo fue glorificado en los días del Pentecostés, también
lo será cuando culmine la obra del evangelio, ocasión en que él preparará a cada
creyente para la prueba final que vendrá al finalizar el gran conflicto.
Cuando la tierra sea iluminada con la gloria de Dios, veremos una obra similar
a la que realizaron los discípulos, quienes, al recibir al Espíritu Santo en plenitud,
fueron llevados a predicar con poder acerca del Salvador resucitado. La luz del
cielo penetrará en las oscuras cámaras de la mente de los que fueron engañados por
los enemigos de Cristo. Esto les permitirá rechazar una falsa representación suya.
Gracias a la virtud del Espíritu Santo, también podemos contemplar al exaltado
Príncipe y Salvador que dio a Israel arrepentimiento y remisión de sus pecados.
Cristo fue glorificado gracias al poder del Espíritu Santo, que ahora también habita
en el creyente.
La revelación de Jesús por medio del Espíritu de Dios les hizo sentir su poder
y majestad, que los llevó a estrechar por fe la relación con él al punto de expresar:
“Yo creo”. Esto sucedió en los días de la lluvia temprana; pero en la lluvia tardía
será mucho más abundante. El Salvador será glorificado, y la tierra será iluminada
con la gloria de los brillantes rayos de su justicia. El es la fuente de la luz, y la
luz procedente de los portales entreabiertos han estado brillando sobre el pueblo
de Dios, para que puedan exaltar su glorioso carácter delante de los que aún
permanecen en la oscuridad.—
The Home Missionary, 1 de noviembre de 1893
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