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La voz humana, un canal para la voz divina, 20 de junio
Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca
y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
Éxodo 4:15
.
Cuando el colaborador de Cristo presenta la verdad al corazón del pecador con
humildad y amor, la voz del amor habla por medio del instrumento humano. Las
inteligencias celestiales trabajan con el agente humano consagrado, y el Espíritu
actúa en la vida del no creyente. Dios le da al corazón la capacidad de creer y el
pecador acepta la evidencia de la Palabra de Dios.
Es trasformado por medio de la influencia llena de gracia del Espíritu Santo y
llega a ser uno con Cristo en espíritu y propósito. Sus afectos por Dios aumentan,
tiene hambre de justicia y anhela ser más semejante a su Maestro. Al contemplar
a Cristo, es trasformado de gloria en gloria, de carácter en carácter, y se hace más
y más semejante a Jesús. Se llena de amor por Cristo y de un profundo y ansioso
amor por los que perecen, y dentro de él se forma Cristo, la esperanza de gloria.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios”.
Juan 1:12
.
Necesitamos depender más del Infinito y confiar mucho menos en los agentes
humanos. Hemos de alistar a un pueblo para estar en pie en el día que Dios ha
preparado; hemos de llamar la atención de los hombres a la cruz del Calvario
para explicarles la razón por la cual Cristo realizó su gran sacrificio. Hemos
de mostrar a los hombres que es posible para ellos volver a prestar su lealtad a
Dios y obediencia a sus mandamientos. Cuando el pecador mira a Cristo como la
propiciación hecha por sus pecados, háganse a un lado los hombres. Declárenle al
pecador que Cristo “es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino también por los de todo el mundo”.
1 Juan 2:2
.
Anímeselo a buscar la sabiduría de Dios, pues por medio de la oración ferviente
aprenderá el camino al Señor más perfectamente que si fuera instruido por algún
consejero humano. Verá que fue la transgresión de la ley lo que causó la muerte
del Hijo de Dios infinito, y odiará los pecados que hirieron a Jesús. Al mirar a
Cristo como un compasivo y tierno Sumo Sacerdote, su corazón será preservado
en la contrición.—
Testimonios para los Ministros, 220, 221
.
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