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El espíritu proporciona las palabras adecuadas, 19 de junio
Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre
que habla en vosotros.
Mateo 10:20
.
De todos los dones que Dios ha concedido al hombre, si está santificado por el
Espíritu Santo, ninguno es más precioso que la facultad de hablar. Con la palabra
convencemos y persuadimos. Con ella oramos y alabamos a Dios, y con ella
trasmitimos conceptos del amor del Redentor. Los que son aptos para iluminar la
mente de otros, tendrán muchas oportunidades de leer de la Biblia u otros libros
que enseñan la verdad, y de este modo presentarán evidencias que iluminarán al
creyente.
Cuando la voz de Dios llama: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?”, el
divino Espíritu pone en el corazón la respuesta: “Heme aquí, envíame a mí”.
Isaías
6:8
. Pero tenga muy presente que el carbón encendido del altar primero tiene que
tocar sus labios. Entonces, las palabras que vierta serán sabias y santas. Tendrá
la sabiduría para saber qué decir y qué callar. No intentará dar a conocer sus
habilidades como teólogo. Será cuidadoso para no despertar el espíritu combativo
o excitar el prejuicio por introducir indiscriminadamente todos los temas de la
verdad. Encontrará lo suficiente para hablar sin despertar la oposición. Por el
contrario, hará nacer en el corazón el anhelo de tener un mayor conocimiento de
la Palabra de Dios.
El Señor desea que usted sea un conquistador de conversos para Cristo. Sin
embargo, no intente forzar a la gente con temas doctrinales; conviene estar “siem-
pre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia—temor—”.
1 Pedro 3:15
. ¿Por qué temor? Temor de que las palabras den la impresión de
suficiencia, de expresar palabras inconvenientes, y que no sean semejantes a las
de Cristo. Debemos estar íntimamente relacionados con Jesús para presentar la
verdad tal cual es en él. Los corazones no pueden quedar sin ser tocados por el
tema de la expiación.
A medida que usted aprenda de la mansedumbre y la humildad de Cristo,
irá descubriendo lo que conviene hablar a la gente, ya que el Espíritu Santo le
enseñará las palabras que debe decir. Los que son conscientes de la necesidad
de mantener el corazón bajo el control del Espíritu Santo, estarán en condiciones
de sembrar las semillas que germinarán para la vida eterna. En esto consiste la
obra del que predica el evangelio.—
(Australasian) Union Conference Record, 1
de julio de 1902
.
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