Una receta para las preocupaciones que menoscaban, 22 de
junio
Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en
necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil,
entonces soy fuerte.
2 Corintios 12:10
.
Hay muchos que centran la atención en sus pruebas y dificultades. Pero si se
olvidaran de sí mismos para interesarse por las necesidades que padecen los otros,
no tendrían tiempo para magnificar sus propias aflicciones. Servir al Señor en
forma sincera es una receta para los achaques de la mente. La mano ayudadora
que sostuvo las cargas que Cristo tuvo que llevar, aminorará nuestros pesares al
punto de que ni desearemos mencionarlos. La obra verdadera y honesta ejercerá
una influencia saludable sobre la mente, y de ésta sobre los músculos. Lo que
mata es la constante elaboración de preocupaciones. Debemos estar contentos de
realizar el esfuerzo que demanda la ejecución de las tareas de cada día; las grandes
presiones que imponen los quehaceres del mañana hay que dejarlas para cuando
llegue el momento de ocuparse del asunto.
Ahora se nos pide que recibamos la enseñanza necesaria para realizar la obra
que Dios nos ha asignado, y para que ella no nos aplaste. Los más humildes pueden
tener una parte en esta tarea y en la recompensa que recibiremos en ocasión de
la coronación, cuando Cristo, el Abogado y Redentor, asuma como el Rey de los
redimidos. Ahora debemos consagrarnos a Dios con todas nuestras fuerzas. Para
presentar la verdad para este tiempo no se necesitan hombres más poderosos, más
talentosos y más instruidos, sino que conozcan a Dios y a Jesucristo, a quien él
envió.
La piedad personal calificará a cualquier obrero para que el Espíritu Santo tome
posesión de él, la verdad para este tiempo llegue a ser un poder, y los pensamientos
y todas sus actividades se desenvuelven según las orientaciones de Cristo. En ese
creyente habita Jesús; la persona más humilde que está unida a él es un poder cuya
obra permanecerá. Que el Señor nos ayude a comprender su divina voluntad, y a
realizarla de corazón y en forma resuelta. Entonces habrá gozo en el Señor.—
The
Home Missionary, 1 de noviembre de 1897
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