El espíritu hace efectiva la obra humana, 23 de junio
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
pidan?
Lucas 11:13
.
La promesa del don del Espíritu Santo no es comprendida como debería ser, y
tampoco es apreciado como corresponde el privilegio de disfrutar su aceptación.
Dios desea que la iglesia se aferre por fe a sus promesas, y pida el Espíritu Santo
para que la ayude en todo. El nos asegura que, si se lo pedimos, está más deseoso
de darnos este don que los padres de ofrecerle buenas dádivas a sus hijos. Siendo
que cada uno puede recibir la unción celestial, “no tenéis necesidad que nadie os
enseñe” (
1 Juan 2:27
); por lo tanto, no hay excusa para rehuir la responsabilidad.
Ninguna tarea debería ser mal recibida; ninguna obligación debería ser evadida.
Cristo mismo es el poder renovador que, gracias al Espíritu Santo, actúa en y por
intermedio de cada soldado de la cruz. La eficacia del Espíritu hará productiva la
labor de todos los que están dispuestos a someterse a sus orientaciones.
Dios está actuando en cada creyente que tiene la mente abierta para recibir las
impresiones de su Santo Espíritu. Está enviando a sus mensajeros con amonesta-
ciones a todo lugar. Está probando la devoción de la iglesia, y su disposición a
obedecer y a ser guiada por el Espíritu. Debe incrementarse el conocimiento. Los
mensajeros celestiales deberían verse moviendo en toda dirección para descubrir
cualquier posibilidad de advertir a la gente acerca de los juicios venideros, y darle
a conocer las buenas nuevas de la salvación que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Los principios de la justificación deben ser exaltados.
El Espíritu de Dios se está moviendo en el corazón de la gente, y los que
respondan a su influencia llegarán a ser luces para el mundo. En todo lugar se
está viendo cómo los mensajeros avanzan en su tarea de comunicar a otros la
luz que recibieron, del mismo modo como los discípulos lo hicieron después del
derramamiento del Espíritu en el día del Pentecostés. En la medida que dejemos
que la luz brille, recibiremos más y más del poder del Espíritu. Entonces la tierra
será iluminada con la gloria de Dios.—
(Australasian) Union Conference Record,
1o de abril de 1898
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