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El don de sanidad, 9 de julio
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y
oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe
salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados,
le serán perdonados.
Santiago 5:14, 15
.
El poder de Cristo para detener la enfermedad en lo pasado ha sido revelado en
forma admirable. Antes que fuéramos bendecidos con instituciones para ayudar a
los enfermos en sus sufrimientos, mediante tratamientos diligentes y oraciones
fervientes con fe en Dios tuvimos éxitos notables con casos aparentemente sin
esperanza. Hoy el Señor invita a los que sufren a que tengan fe en él. La necesidad
del hombre es la oportunidad de Dios.
“Salió Jesús de allí y vino a su tierra, y le seguían sus discípulos. Y llegado
el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga; y muchos, oyéndole, se
admiraban, y decían: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta
que le es dada, y estos milagros que por sus manos son hechos? ¿No es éste el
carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No
están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él. Mas
Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus
parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a
unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la
incredulidad de ellos”.
Marcos 6:1-6
.
Con todo tratamiento que damos a los enfermos, debería ofrecerse oraciones
sencillas y fervientes pidiendo la bendición de la salud. Señalemos a los enfermos
al compasivo Salvador y su poder de perdonar y de sanar. Mediante su providencia
gratuita pueden ser restaurados. A los sufrientes señalen a su Abogado en las cortes
celestiales. Díganles que Cristo sanará al enfermo si se arrepiente y abandona la
transgresión de las leyes de Dios. Hay un Salvador que se manifestará en nuestros
sanatorios para sanar a los que se sometan a él. Los sufrientes pueden unirse con
ustedes en oración, confesando su pecado y recibiendo el perdón.—
Manuscript
Releases 8:267, 268
.
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